martes, 11 de julio de 2017

Bala perdida


Continuamos nuestra prospección del parque que se extiende a los pies del Clínico y hasta las facultades de Odontología y Medicina. Cerca de estas dos últimas, en el corte de la carretera que las bordea, encontramos algunos materiales intrigantes. El más extraño es la bala que ilustra esta entrada. 

Se trata de un proyectil de plomo sin envuelta de punta redondeada (ligeramente achatada por impacto) de unos 11 mm de diámetro, con estrías del ánima del cañón que la disparó y dos acanaladuras junto a la base para insertarla en un casquillo. Es muy diferente al resto de la munición que hemos localizado hasta la fecha en las prospecciones del campus (y hemos encontrado material de lo más diverso). El aspecto es claramente antiguo. Probablemente se trata de una bala de revólver de finales del siglo XIX.  A partir de 1870, revólveres de diversos países utilizaban calibres comprendidos entre los 10,5 y los 12 mm. En España, por ejemplo, a partir de 1884 se fabricaron versiones del Smith & Wesson para el Ejército de calibre 44 (11,17 mm). Este gran diámetro contrasta con las pistolas semiautomáticas que se generalizaron desde inicios del siglo XX y en las que el calibre más habitual es 9 mm. 

El proyectil en cuestión apareció de hecho junto a una bala de pistola de 9 mm corto y con cubierta de cuproníquel. El hecho de que se encontraran juntas nos hace pensar en combates a corta distancia en este sector. Puede que se correspondan con los asaltos de noviembre del 36, pero tampoco podemos descartar golpes de mano posteriores o simplemente disparos de trinchera a trinchera: la munición apareció al lado de donde se encontraría la primera línea de trincheras republicana, situada en este caso a apenas 50 metros de distancia de las fortificaciones franquistas.

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