martes, 26 de junio de 2018

CSI Repil (VI)




Plano de la casa de Repil. Excavaciones de abril de 2018.
En los años 40 el señor Estévez era chófer del coche de línea de la empresa Caurel, con sede en Quiroga. En aquella época encabezaba en su autobús expediciones de mozos ilusionados que acudían al famoso baile de Ríos, en Chavaga. Según cuenta la tradición oral, y esto (paradójicamente) es textual, en esta parroquia las mujeres se daban muy bien. Mi bisabuela y mi abuela eran de allí. Los mozos de Chavaga debían estar bastante encabronados con este rapto de las sabinas a la gallega, y ya antes de la guerra eran conocidas sus habilidades para impedir el acceso a competidores foráneos en la fiesta de Pascua. Para evitar la llegada de los enemigos, los chavagueses diseñaron una triple línea de defensa; la primera se ubicaba en Repil espacio liminal por excelencia; la segunda entre la casa del peón caminero (ya desaparecida) y el molino y la última en el puente de la vía del tren. Las cosas se dirimían por aquel entonces a pedrada limpia. En aquella época, Repil tenía dos caras. Cuando la gente de Cereixa volvía de la feria o de las fiestas de Monforte, se apeaban aquí e improvisaban foliadas. Teresa y Adela, las dos vecinas de Repil dejaban a los fiesteros beber de sus pozos y hacer fiesta en los aledaños de sus casas. Sin embargo, por la noche, la cosa cambiaba. Eran los tiempos del estraperlo y del contrabando. Los campesinos de la zona se arriesgaban con sus bicis tuneadas, cargados de patatas y legumbres. Según me contaba mi abuelo, cuando los maquis ya estaban allí, se veían luces destelleantes. En todo momento estaban controlados por aquellos que denunciaban en sus órganos murales el hambre, el caciquismo y los abusos al campesinado por parte del franco-falangismo.
 

Plano de la casa de Repil. Excavaciones de abril de 2018. Distribución de materiales arqueológicos.
En ese tiempo de miseria, pero también de fiesta, anterior al nuevo ciclo migratorio masivo de mediados de 1950, había mucha gente. Todo el monte estaba cultivado y las familias enviaban a la chavalada con el ganado a los prados. Por eso la tarde del 20 de abril de 1949 había mucha gente en el monte, gente que oyó, sintió y vio.
Poco a poco vamos conociendo las condiciones de vida de nuestros guerrilleros en la casa de Repil. Tenemos que recordar una cosa. Estos hombres llevaban huidos años, en un movimiento constante, malviviendo en la mayor parte de los casos, en permanente tensión, al acecho. Esta experiencia muda incluso los sentidos de las personas. Por otro lado, la familia que los acogía era una familia numerosa que vivía en una casa muy humilde. En las excavaciones de este año hemos podido registrar las ampliaciones de la casa, posteriores a 1949. En la vivienda original convivían unas diez personas, entre maquis y familiares. Las cuadras ocupaban mayor espacio que la cocina y el salón-habitación. Nos podemos imaginar perfectamente a Segura y Guillermo Morán, escribiendo bajo la luz del candil las hojas de su periódico Progreso, mientras la señora Teresa les servía un caldo caliente al pie de la lareira. Una lareira construida con los materiales de la fábrica del fascista Pedro Barrié de la Maza. Mientras ellos sostenían la lucha en el monte, sus correligionarios, prisioneros de guerra republicanos, eran utilizados como mano de obra esclava por este señor, a escasos kilómetros, en la construcción de los embalses de Santo Estevo y de Os Peares. Barrié de la Maza, amigo de la infancia de Franco, recibió a cambio de su apoyo económico a la Cruzada, el monopolio hidroeléctrico de los ríos Sil y Miño y el título de Conde de FENOSA.
 

 Excavación de la cocina de la casa de Repil. Nivel de derrumbe que sella el suelo de ocupación.
Piso de la cocina y materiales in situ. La lareira, todavía sin excavar, se ubica a la izquierda del jalón.
Como han señalado Paula Godinho y Rui Gomes para la lucha guerrillera en la raia seca, en Tras-os-Montes, en gran medida el apoyo campesino a la guerrilla no venía dado solo por la ideología, sino por la puesta en práctica de la solidaridad parental. Sabemos que los guerrilleros pagaban por su estancia, conocemos incluso los santos y seña, los códigos de confianza (mostrar una moneda republicana , por ejemplo). En el caso de la familia de Repil no sabemos qué variable pudo incidir más, incluida la coerción, por supuesto. Un mal gesto de uno de los guerrilleros hacia la señora Teresa llevó a Roces a encerrar a un compañero en un piso en Monforte y a cortarle el pelo al cero, según nos cuentan testigos oculares. Por aquel entonces, eran pocos ya los apoyos ante el terror instaurado por las fuerzas represivas, y había que mimarlos.
 

Vista de detalle de la lareira, con los ladrillos rubefactados, producidos en la fábrica O Castelo, de Barrié de la Maza.
En las fiestas de Pascua, la víspera del combate, los guerrilleros estaban en el campo de la fiesta de Chavaga. Dentro de unos días, de hecho, entrevistaremos a una señora nonagenaria que estuvo bailando con uno de ellos. Lo que no sabían era que la suerte estaba echada. Un hijo de Teresa que estaba haciendo el servicio militar había llegado de permiso y se enfrentó a los nuevos inquilinos de la casa. A ello hubo que unir la traición de un yerno, que fue con el recado al cerebro de la lucha contra el maquis en el noroeste. Camilo Alonso Vega, director de la Guardia Civil, envió a las zonas más conflictivas a personajes de confianza: Pizarro en el Maestrazgo y Arricivita en el Bierzo y Galicia. Este último, con sede en Ponferrada, cumplió su cometido y aún hoy posee el título de hijo predilecto de Ponferrada.
 

Horno de pan de la casa de Repil. Año 2007.
El señor Estévez, al mediodía del 20 de abril de 1949 ya no llevaba mozos con ganas de juerga en su coche de línea. Requisado por la Guardia Civil, el autobús conducía a Chavaga docenas de hombres armados preparados para el combate. En el horno de la casa de Repil todavía se conservaba el aroma del roscón de Pascua. El traidor sabía que estarían allí todos reunidos, celebrando la fiesta parroquial. En otra casa vecina de Cereixa, O'Piloto, el que sería el último guerrillero abatido en España (1965) se encontraba de invitado en la celebración de un bautismo. Él, desconfiado, era de la opinión de que la casa de Repil estaba quemada. No acudió a la cita.Y sobrevivió.
 

José Castro Veiga, O'Piloto, el último gerrillero abatido en España, en Belesar, en 1965.

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