"Los campos de concentración serán cercados por una zanja profunda de 1,80 de profundidad por 1,50 de anchura con doble fila de alambrada a ambos lados, no quedando mas que las entradas indispensables, para facilitar la custodia" AGMA. ZN 24 División (cit. en López Rodríguez 2009).
"Se procederá también con urgencia a la elección del sitio del estercolero de todos los residuos de la vida en el campo de concentración, que deberá estar por lo menos a una distancia de 250 metros de los locales de alojamiento al que se llevarán diariamente todas las basuras e inmundicias del campo y de sus alrededores". AGMA. ZN 24 División (ibid).
La arqueología contemporánea se empeña una y otra vez en demostrar la distancia entre la realidad y el deseo.
La zanja perimetral del campo y la zanja de la letrina paralela que hemos excavado tienen 40 cm de profundidad, no 180, como mandan las ordenanzas. Y no tienen 150 cm de ancho, sino entre 195 y 215, con lo que la superficie de exposición de los desechos era bastante más amplia de lo recomendable. La escasa pendiente de la zanjas, además, no ayudaría en absoluto a evacuar la suciedad, mientras que su limitada profundidad colaboró sin duda a incrementar la insalubridad del campo.
El estercolero en que pronto se convirtió la letrina no se encuentra a 250 metros, sino a 25 de los barracones más cercanos. El hedor que debía reinar en los cuartos vecinos a la trincheras debía de ser insoportable y, de hecho, así lo recuerdan algunos presos.
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