jueves, 6 de noviembre de 2014

La ciencia franquista del CSIC


Franco en la biblioteca del CSIC. Libros y Caudillo, combinación explosiva.

En estas fechas se celebra el 75 aniversario del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. La institución se fundó el 24 de noviembre de 1939, pocos meses después del final de la Guerra Civil.

Hay aniversarios que convendría no celebrar y la fundación del CSIC es claramente uno de ellos. La institución nació como sustituto de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, fundada en 1909 bajo la inspiración de la Institución Libre de Enseñanza y presidida por el premio Nobel Ramón y Cajal, que estuvo al cargo de la Junta hasta su muerte en 1934. En el documento fundacional de la JAE se celebraban los momentos de apertura al exterior de la ciencia española y la contribución a esta de judíos y musulmanes. Su espíritu laico, modernizador e internacional no podía ser del agrado de la dictadura. En mayo de 1938 se ordenó su disolución y año y medio después nacía el CSIC.

En el día de la inauguración, su primer presidente, Ibáñez Martín, leía un discurso ante Franco donde dejaba clara su idea de la ciencia:

La ciencia es para nosotros una aspiración hacia Dios. Queremos una ciencia católica, esto es, una ciencia que, por sometida a la razón suprema del Universo, por armonizada con la fe, “en la luz verdadera, que ilumina a todo hombre, que viene a este mundo" (Io, 1,9), alcance su más pura nota universal. Liquidamos, por tanto, en esta hora todas las herejías científicas, que secaron y agostaron los cauces de nuestra genialidad nacional y nos sumieron en la atonía y decadencia. Nuestra ciencia es la “Ciencia española de Nuestro Imperio” (...), “la genialidad teológica española” (...). Aquí tenéis, señor, formado en línea, distribuido por las falanges y centurias de sus patronos e institutos, el nuevo ejército de la ciencia española, apercibido ya para la gran batalla de la cultura, ávido de cumplir el programa de la restauración, enrolado en la disciplina del Estado y animado de un espíritu unitario de servicio a la Patria (...) Se agrupan en torno a vuestra efigie figura de Caudillo de España.

El carácter católico de la nueva investigación científica se expresó, entre otras cosas, en la creación de un gran departamento de teología (fundamental en cualquier institución científica moderna: en estas cosas los talibanes nos llevan mucha delantera). Dentro del departamento, se creó una sección de mariología, porque, según el obispo que lo presidía, "en los tiempos de ahora, los estudios teológicos versan casi todos en la determinación de las doctrinas acerca de María Madre de Dios". El CSIC recibió además la donación de un relicario con un trozo del cráneo de San Isidoro de Sevilla. Con estos comienzos, no es de extrañar que todavía hoy, el Opus Dei tenga un peso importante dentro de la institución

Hasta el año 2010 presidió el edificio central del CSIC una inscripción con loas al General Franco. El texto se borró en 2010 para cumplir con la denominada Ley de Memoria Histórica de 2007. Parece ser que con la limpieza de fachada se borró también el recuerdo de su historia negra en la memoria de las autoridades (o quizá para ellas no sea historia negra).


En resumen: Viva Franco

El único aniversario que hay que celebrar en el CSIC es el de la JAE, la institución que inauguró la Edad de Plata de la ciencia española. De esos orígenes sí podemos sentirnos orgullosos. 
Celebrar el nacimiento de una institución dictatorial, nacional-católica y represiva no tiene sentido en un país democrático.

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