Posiciones en el paisaje
fortificado de San Pedro – Txibiarte.
Cuando se habla de que la investigación sobre la
Guerra Civil y el Franquismo sólo sirve para abrir viejas heridas, o cuando se
menosprecia el trabajo arqueológico en este campo por su “inutilidad”, se omite
una cuestión muy sencilla: nada sabrá aquél que no pregunte. Y eso es algo que
nos gusta hacer: preguntar. De hecho, es la base de todo ejercicio científico:
establecer hipótesis para que éstas sean contrastadas de una forma empírica y argumentada.
Una campaña arqueológica es un “acto
performativo”: toda una serie de agentes, recursos y factores se ponen en juego.
Trabajamos con fuentes materiales (y documentales y orales) con el objeto de
generar conocimiento histórico pero, además, trabajamos con “patrimonio” (un
conjunto de elementos simbólicos, materiales y paisajísticos que forman parte
de la vida cotidiana de quienes lo habitan). Por esa razón, las
excavaciones que llevamos a cabo entre octubre y noviembre estuvieron abiertas
a todo el mundo: decenas de personas pudieron acercarse y contarnos qué
percepción tenían del monte San Pedro. Gracias a la visibilización que supone
una excavación comprometida con la socialización del conocimiento, parece que
hemos puesto un granito de arena en la tarea de encender la mecha de la
memoria. Hemos animado a la ciudadanía a que desempolve sus desvanes de
recuerdos, anécdotas y sucesos. Y eso es lo que ha pasado con mucha gente.
Visita durante las excavaciones
(fuente: Ayunt. de Amurrio).
Objetos traídos por visitantes a
las excavaciones.
Una de esas personas es Jose Mari Sagarduy, entre
otras muchas cosas, un aficionado al montañismo de 83 años. Junto a su familia,
acudió a una de las barferencias que ofrecimos durante la excavación y vio que había un dato importante que
faltaba en nuestras explicaciones. Aunque hablábamos de San Pedro – Txibiarte como
de un sistema fortificado casi unitario, esto no era más que nuestra suposición
en base a algunos documentos y a nuestra labor de registro topográfico. Jose
Mari venció su modestia (y un desnivel de varios metros de altura) y subió a
charlar con nosotros al monte San Pedro. Es entonces cuando nos habló de su
suegro, Jesús Gancedo, una persona bien conocida en Amurrio, sobre todo gracias
a su hermano, quien tenía una empresa artesanal de instrumentos de música.
Círculo Artesano, 1927 (fuente: Amurrio
Club).
Jesús Gancedo, a quien vemos en esta fotografía de
1927 como jugador del “Círculo Artesano” (antecedente histórico del actual
equipo de fútbol de Amurrio), fue el diseñador del sistema fortificado
republicano de San Pedro – Txibiarte, así como de otras muchas posiciones
militares de la zona. Tal y como nos cuenta Jose Mari, este ingeniero agrónomo,
que llegó a ser capitán en el Ejército de Euzkadi, fue el encargado de fortificar
con “especial ahínco” el sector de Orduña-Amurrio. La razón: en el invierno de
1936-1937, el Gobierno Vasco creyó que el Frente Norte sería roto por esta
zona, siendo la cabecera del río Nervión el acceso más directo a Bilbao, el
corazón de la resistencia vasca republicana. Por eso, Gancedo diseñó varias
líneas de defensa a lo largo de la comarca de Aiaraldea, algunas de ellas bien
exploradas por la Legión Cóndor en sus vuelos de reconocimiento.
Fotografía aérea de la Legión
Cóndor en el “sector Orduña-Amurrio-Murguía”, 1937
(fuente: Archivo Militar
General de Ávila)].
Finalmente, el 31 de marzo de 1937 comenzó la gran
ofensiva franquista sobre Bizkaia, pero la ruptura del frente no tuvo lugar
aquí, sino en otro sector alavés, el de Urbina-Legutio (con la ayuda, como
sabemos, de la Legión Cóndor. El monte San Pedro tuvo que
esperar hasta finales de mayo para sufrir los verdaderos rigores de la guerra
moderna. En ese momento, Euzkadi ya estaba prácticamente perdida: pronto se
rompería el Cinturón de Hierro y Bilbao caería en manos de Franco. Al parecer,
el sistema defensivo diseñado por Jesús Gancedo no fue realmente un gran
obstáculo para el gran empuje rebelde. Tras la rendición de Santoña, Gancedo
conocería años de cárcel y silencio. Años en los que su únicas hazañas
reconocidas públicamente serían, como mucho, las relacionadas con la épica
futbolística. Sobre su otra labor,
nada se podía decir… hasta que, con la “excusa” de una excavación arqueológica
y gracias a Jose Mari Sagarduy, disponemos de un punto de partida.
Una línea de investigación para (re)dibujar unas
líneas en el campo.
Post by Josu Santamarina Otaola (proyecto monte San Pedro 1936-1937).
Josu Santamarina Otaola
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