Munición localizada frente al fortín de Brunete: 1-3. Casquillos de Mosin; 4. Bala de 9 mm; 5. Bala de 7,92 mm; 6. Bala de 8 mm Lebel; 7-8. Balas de 7 mm españolas.
La Guerra Civil no acabó con una gran ofensiva ni una batalla épica. Los últimos meses de la guerra fueron más que nada un anticlímax de ejércitos republicanos en desbandada, traiciones, luchas internas y ataques sin ímpetu. El último gran enfrentamiento bélico del conflicto fue la Batalla de Valsequillo o Peñarroya, una ofensiva republicana que se desarrolló en la provincia de Córdoba y Badajoz entre el 5 de enero y el 4 de febrero de 1939. Los republicanos sufrieron unas 12.000 bajas totales y no lograron su objetivo: frenar o retrasar el avance franquista sobre Cataluña, que cayó seis días después del final del ataque.
Valsequillo, sin embargo, no fue la única maniobra ofensiva del Ejército Popular en aquellos momentos. Otra la protagonizó el Ejército del Centro en el sector de Brunete. Bajo las órdenes del Coronel Segismundo Casado, el día 13 de enero de 1939 comienza el asalto contra la 20 División franquista de un cuerpo de ejército de maniobra, creado expresamente para la ocasión. La ofensiva se inaugura a las 7:30 de la mañana con un intenso bombardeo de las posiciones enemigas. A continuación, los soldados republicanos salen de sus trincheras y avanzan hacia el enemigo con el apoyo de tanques.
De estos combates tenemos abundantes huellas arqueológicas en el fortín que estamos excavando y su entorno, en el Olivar de Veliso. El búnker en sí debió de ser construido después de la ofensiva, quizá como respuesta a ella. Pero la posición existía previamente y fue testigo de los combates. Dan fe de ello las docenas de casquillos y cartuchos que nos hemos encontrado hasta la fecha, fundamentalmente de 7 mm español y 7,92 mm alemán y checo, también algún Lebel. La munición más empleada es la alemana, que es la que aparece con más frecuencia percutida. También hay restos de proyectiles de artillería, mortero y proyectiles antiaéreos y antitanque. No se escatimó en recursos.
La prospección que realizamos delante del fortín, buscando las posiciones republicanas, ha sido particularmente fructífera. Dimos con lo que podría ser el punto de partida del ataque en este sector, según parecen revelar numerosos casquillos y cartuchos de Mosin y casquillos de Lebel y pistola. También encontramos balas entrantes de Máuser alemán y de Lebel disparadas desde la posición que excavamos. Estas últimas revelan la captura de material republicano por los franquistas, cosa habitual a estas alturas de guerra.
También han aparecido varias granadas. Pertenecen sobre todo al modelo Ferrobellum, una granada ofensiva de fragmentación que tenía un mango para arrojarla más lejos.
La ofensiva duró dos días. El día 16 de enero Casado comunica su finalización. La infantería republicana ha realizado dos intentos fallidos de avance y no ha conseguido ocupar ni un palmo de terreno. Tampoco ha logrado atraer un número significativo de tropas enemigas.
Ha sido un nuevo fracaso sangriento: los partes de los defensores consignan 600 bajas republicanas frente a 18 propias. Unos números tan exagerados por ambos lados que el propio Martínez Bande aconseja "poner en cuarentena". Aún así, es evidente que los caídos fueron numerosos en los dos bandos.
La razón del fracaso no se debe seguramente solo a la baja moral republicana, al mal planeamiento y a la dificultad de tomar unas posiciones inexpugnables. El Ejército de Franco está perfectamente al día de los planes de sus enemigos, seguramente porque se había filtrado información (quizá el propio Casado, que acabaría dando el golpe definitivo a la República). De ahí que la 20 División se viera reforzada con tres batallones de la División 14, un batallón de ametralladoras y dos secciones de morteros.
¿Lo sabían esos soldados republicanos que abandonaron sus granadas frente al Olivar de Veliso? ¿Sabían que la suerte de la República estaba decidida? ¿Que no había ninguna guerra que ganar y si muchas posibilidades de perder la vida?
Los días de la ofensiva la niebla cubrió los campos de Brunete. El día 13 de enero, frente al Olivar de Veliso una compañía de soldados del Ejército Popular espera en la noche helada la orden de ataque. Cuando llega, se ponen en marcha y avanzan, sin pensar en nada. Dejan detrás un cuchara doblada, las latas de un rancho frío, munición y granadas que pesan demasiado y que no creen que vayan a usar. Quizá porque no piensan avanzar mucho.
Así acabó una guerra que empezó con banderas, sonrisas y proclamas. Y con el firme convencimiento de que los problemas solo se pueden solucionar por la fuerza.
Así empiezan todas las guerras.
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Sobre la ofensiva: J.M. Martínez Bande, 1985. El Final de la Guerra Civil. Editorial San Martín, Madrid, pp. 81-84.
1 comentario:
Las guerras, no siempre comienzan con sonrisas y banderas. las hay, como la nuestra, que comenzó como una de las mayores infamia infringidas al pueblo español y, más concretamente; al pueblo sencillo, pobre y productor, mantenedor en aquellos tiempos de cacique y terratenientes violadores de pastoras y criadas. lo nuestro, fue una resistencia contra un criminal golpe de Estado. algo que, hoy no tiene perdón de dios, ni de los hombres.
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