martes, 19 de mayo de 2015

Arqueología nazi o el número Sprockhoff


La Römisch-Germanische Kommission (RGK) de Franckfurt es una institución mítica de la Arqueología centroeuropea. Dependiente del Instituto Arqueológico alemán, cuenta con la mejor biblioteca de Arqueología de nuestro continente. Aquí pudimos disfrutar de una cena e incluso visionar un partido de la Eurocopa de fútbol de 2012. El edificio fue destruido por los bombardeos aliados durante la IIª Guerra Mundial., todo, menos una cosa: la biblioteca, salvaguardada volumen por volumen a tiempo. En la entrada, concretamente en el pasillo que conduce a la estancia principal de la biblioteca se conservan muebles de la primera época de la institución, así como la colección de retratos de los directores. Ya véis, todos hombres, desde el mítico Dragendorff que da nombre a unas cuantas sigillatas (cerámica de lujo romana).


En este precioso documento gráfico enseguida uno se da cuenta de un pequeño detalle: entre 1934 y 1945, durante el nazismo, el director fue el hombre de la izquierda, Ernst Sprockhoff (1892-1967). Con la derrota de 1945 es sustituido, curiosamente por su predecesor en el cargo. 
Ernst Sprockhoff es conocido por su inventario de más de 900 túmulos megalíticos en Alemania; de hecho cada tumba lleva un número, el llamado número Sprockhoff. Todo muy en la línea conservadora y jerárquica de la Arqueología histórico-cultural alemana. Los alemanes enseguida se ponen a ordenar, clasificar, poner números... Este científico tan inocente fue miembro destacado de la Stahlhem, grupo paramilitar ultraderechista surgido tras el armisticio de 1918 y que no se dedicaba a dar conferencias precisamente. Camisa vieja de las SA, asociado a la Liga de Profesores Nacionalsocialistas y miembro del NSDAP. Por supuesto, el proceso de desnazificación poco o nada significó para él. Fue profesor de Prehistoria e Historia Antigua en la Universidad de Kiel desde 1947 hasta su muerte en 1967. Bendita R.F.A..

Este nazi echó de la institución a Gerhard Bersu, el director hasta 1934, quien había conseguido convertir a la entidad en una referencia internacional. Con la llegada de los nazis, se exilió con su mujer en Gran Bretaña, en donde dirigió excavaciones en 1938 y 1939 en Little Woodbury. Cuando se desata la guerra es internado como alemán en la Isla de Man, en donde desarrolla a su vez excavaciones arqueológicas con otros presos. Cuando acaba la guerra, tras su paso por la Royal Irish Academy, Gerhard Bersu retorna a Alemania y es repuesto en el cargo que ocupaba antes de la llegada de Hitler al poder.
Al fascismo siempre le gustó desmochar las Universidades y los centros de investigación. En el caso español, la purga a partir de 1939 fue implacable. Los arqueólogos falangistas Martínez-Santaolalla y Alonso del Real, además de quemar libros darwinistas frente a la fachada del Museo Etnológico de Madrid, se encargaron de hundir la prometedora carrera de Julián Marías, por poner sólo un ejemplo entre muchos. Con la llegada de la democracia en 1978 aquí tampoco pasó nada. Incluso se ve como de mal gusto investigar sobre la injusticia de unas depuraciones que jamás fueron reparadas.
El Wall Street Journal acaba de dar a conocer el caso de Ingebor Rapoport, una anciana  a la que en 1938 la Universidad de Hamburgo rechazó su tesis de Medicina, centrada en el estudio de la difteria, aplicando las leyes raciales nazis. Con 102 años, será investida doctora el 9 de junio próximo.

Fotografía de Walter Ebeling, alumno de Krüger: 
espacio doméstico en la aldea de Vilamaior (Guntín, Lugo).

En aquellos años dirigía el Seminario de Lenguas y Culturas Románicas de la Universidad de Hamburgo el Dr. Fritz Krüger (1889-1974), director de la revista Volkstum und Kultur der Romanen (1925-1944). Como buen nazi, ahí estuvo como un campeón ocupando cargos directivos, hasta que llegó la derrota. Se libró del proceso de desnazificación y huyó a Argentina en donde mantuvo su prestigio académico como profesor en la Universidad de Mendoza. El 31 de julio de 1956 pronunciaba una conferencia en la Universidad de Buenos Aires, durante el primer Congreso de la Emigración Gallega: Allí, en tierras gallegas, se han mantenido testimonios vivientes numerosos rasgos arcaicos que antes formaban patrimonio común de la cultura peninsular y europea. Este etnolingüista nazi, cómplice de las injusticias cometidas contra gente como Ingebor Rapoport, colaboró con la Etnografía galleguista de preguerra, enviando a alumnos suyos a hacer trabajo de campo a Sanabria, a Limia, Fisterra, Ancares... A la búsqueda de los verdaderos campesinos europeos.

Fotografía de Walter Ebeling. El buen salvaje. Aldea de Vilaspasantes, Cervantes. 
Familia posando delante de su palloza.

P.S. El archivo de Walter Ebeling fue el único que sobrevivió a los bombardeos aliados. Hace unos años fue comprado por la Deputación Provincial de Lugo.

Ros Fontana, I. 2003. Walter Ebeling en el este de la provincia de Lugo (1928-1933): imágenes de una investigación de la Escuela de Hamburgo en Galicia. En A terra e os homes. Fotografías de Walter Ebeling (1928-1933): 13-41. Lugo: Deputación de Lugo.


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