Está muy popularizada la idea de que es necesario ofrecer una visión neutral de la Guerra Civil Española y que tomar partido está mal y va en contra de la objetividad científica. Dicha postura se aboga tanto desde la derecha como desde ciertos sectores de la izquierda. En principio parece una buena idea: evitemos el maniqueísmo, pongámonos a cierta distancia para analizar la guerra como un hecho histórico ¿Quién no estaría de acuerdo con esto?
Pero ¿es realmente posible no tomar partido? ¿es recomendable científicamente? ¿es ético? ¿que diríamos de un historiador que se mantuviera neutral ante la esclavitud del siglo XIX, por ejemplo? ¿que defendiera no tomar partido ni por los negros ni por los plantadores blancos? Naturalmente, defender a los esclavos no nos debería llevarnos a escribir panfletos en vez de historia, ni a a escribir sólo la historia de los oprimidos, o a pensar que todos los señores eran seres diabólicos e incomprensibles y los esclavizados almas cándidas y prototipos de Nelson Mandela. Pero es obvio que había unos que tenían razón al reclamar su estatus como seres humanos plenos con todos los derechos y otros no la tenían (los que denegaban la humanidad a los negros). Sería injusto (¡y poco objetivo!) negarlo.
Muchas situaciones históricas nos sitúan ante dilemas que son tanto políticos como morales. Adoptar una posición olímpica, más allá del bien y del mal, no es necesariamente la solución más acertada.
Los miembros de este proyecto consideramos que defender ciertas ideas políticas no va necesariamente en contra de la objetividad y, al contrario, poner gran énfasis en la neutralidad puede ser una forma de ideología.
Sobre este espinoso tema podéis descargar un artículo recientemente publicado haciendo click aquí
jueves, 13 de enero de 2011
martes, 11 de enero de 2011
Buchenwald
Como sucede en el contexto de experiencias similares en diferentes partes del mundo (centros de detención de las dictaduras latinoamericanas, campos de concentración, reclusión o trabajo forzado de la guerra civil española y el franquismo, etc.), a menudo se propone que los lugares paradigmáticos de la muerte deberían convertirse en lugares de la vida. Ahora bien, ¿qué se entiende por vida?¿qué subyace al horror?¿puede pensárselo como parámetro de lo que con su imposición se quiere y quiso ocultar?¿cómo ir más allá de la dicotomía horror/alegría, el bien/el mal?
El Memorial de Buchenwald, ubicado en el que fuera el Campo de Concentración de Buchenwald (Thüringen, Alemania), representa un buen ejemplo del uso patrimonial de estos lugares. Activo desde 1937, tras su "liberación" por parte de las tropas estadounidenses, quedaría bajo el control soviético y continuaría funcionando como "Campo Especial". Se calcula que entre 1937 y 1945 pasaron por allí alrededor de 250.000 mujeres, niños y hombres de 50 nacionalidades diferentes, de las cuales gran parte era reconducida al campo de exterminio de Auschwitz; y más de 28.000 durante 1945-1950.
Actualmente contiene cuatro exposiciones permanentes donde si bien el horror está en buena medida representado, no por ello opaca el contexto mayor en el que sin dudas se perpetraba. Allí damos, por ejemplo, con la historia del memorial a través del tiempo así como con representaciones artísticas desde dentro y fuera del campo, donde la desarticulación del sujeto y la identidad presente y pasada constituyen el hilo conductor.
Si estos espacios materializan los intentos de borrar de la historia a grupos con ideas políticas o diferentes concepciones del mundo consideradas antagónicas, pueden también aprovecharse para reflejar procesos de invisibilización pasados y actuales. Quedarse en la exposición del horror es limitarse a la idea del horror por el horror mismo o los límites de la maldad humana, dejando pasar por alto otros factores centrales que hacen que un grupo llegue a someter a otro y decidir su vida o muerte. El "miente que algo queda" puede actualizarse con el "horroriza que lo central se olvida". No estamos ante este caso.
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martes, 21 de diciembre de 2010
Tres visiones de un campo de concentración

Como se puede observar, las diferencias entre los tres planos son notables. La memoria distorsiona y recuerda selectivamente, los documentos oficiales (especialmente en dictaduras) tienden a ocultar hechos y a presentar una imagen falsamente positiva de la realidad.
La comparación de estas tres imágenes ayuda a comprender una de las funciones de la arqueología del pasado reciente: descubre cosas que, consciente o inconscientemente, se ocultan (o se idealizan o se transforman) en los discursos escritos y orales que analizan los historiadores. A veces nos pueden parecer triviales, pero debajo de algunas trivialidades se esconden hechos históricos de gran relevancia.
lunes, 29 de noviembre de 2010
Informe de las excavaciones arqueológicas en Abánades. Campaña de 2010

Informe Abánades
viernes, 26 de noviembre de 2010
El lenguaje de las latas - Primera parte


Lata de pastillas Juanolas procedente de Abánades (Guadalajara)
Hola, amigos.Soy la tapa de un pequeño envase de latón. Fui fabricada en Cataluña para contener las célebres y milagrosas pastillas barcelonesas Juanolas.Después de un breve espacio de tiempo almacenada, fui destinada al frío frente de Guadalajara donde mis camaradas republicanos me necesitaban para reconfortar sus largas y duras guardias invernales.Fui a parar al curioso pueblo de Abánades, cuyos cerros, donde estaban situadas nuestras trincheras, superan todos los 1.000 metros de altitud.Quiero que sepais que soy tan importante o más que un cartucho de Mauser o una bomba de mano. La tos producida por un resfriado mal curado en un pozo de tirador o en una avanzadilla podía ser el pasaporte directo al mas allá. Ahí radica el importantísimo papel que jugué en todos los frentes y que los libros omiten.Una vez concluida mi misión, ya vacía, triste y resignada, decidí esconderme en un polvorín de Majada Alta donde después de 70 largos años unos amigos me encontraron junto a un par de botones y una pieza metálica que no recuerdo para que servía.Quiero reivindicar, desde mi nuevo y cómodo hogar, el importantísimo papel desempeñado por las latas en la contienda y nuestro lenguaje, que no todos entienden.Salud. Nos vemos en Abánades.
sábado, 20 de noviembre de 2010
Objetos de gran valor

Estos últimos días ha circulado por los medios el siguiente titular: "Arqueólogos del CSIC desentierran objetos de gran valor de la Guerra Civil", a partir de una nota de prensa enviada por la propia institución. Desgraciadamente, ningún medio se ha puesto en contacto con nosotros para que les contáramos lo que realmente hacemos y se han limitado por lo general a resumir (mal) y a descontextualizar la nota de prensa.
Cualquiera que haya seguido este blog sabrá que desenterrar "objetos de gran valor" es precisamente de lo que no trata este proyecto. Encontramos, eso sí, objetos que nos hablan de personas y hechos de un pasado doloroso, objetos que revelan historias íntimas, a veces de sufrimiento, muerte y privaciones, otras de terror, o amor o camaradería.
No reescriben la Gran Historia (la de las batallas y las decisiones políticas), pero nos ayudan a experimentarla de otra manera. Y son una ventana hacia otra historia, que no suele aparecer en los libros: la historia de todos los días, la de los actos cotidianos y triviales (no tan triviales en tiempos de guerra). Es la historia de la gente que no la tiene (a veces porque se la han robado): soldados rasos, mujeres, niños, presos, trabajadores forzados.
Los objetos que excavamos son artefactos humildes -siempre- pero en su humildad tienen un poder enorme. Evocan, rememoran y emocionan. Nos nos dejan olvidar. Y nos permiten conocer de otro modo el pasado violento y dictatorial de España. Porque conocer la historia no es simplemente un proceso intelectual que ocurre en nuestras cabezas. La historia se toca con los dedos y se ve y se escucha. La historia se huele en las trincheras y en las zanjas de los campos de concentración. La historia está en un parte de guerra y en una condena a muerte, por supuesto, pero también en una lata oxidada y un casquillo percutido.
Desde este punto de vista, sí que desenterramos objetos de gran valor. Pero su valor no se mide en términos de mercader de antigüedades ni de historiador erudito. Es el valor de las cosas que realmente importan. Las que hacen sentir, aquí y ahora, la fuerza del pasado.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Leer la tierra

Naturalmente, en un sitio de ocupación tan breve como una trinchera de la Guerra Civil, las historias son poco complejas. Una corta ocupación y un relleno inmediato al acabar la contienda.
En la imagen se puede ver el corte estratigráfico que documentamos al sur de los abrigos. Se observa fácilmente que al excavar las estructuras se destruyó un nivel de época medieval, del que sólo se salvó una estrecha franja: la que coincide con la pared de tierra que separaba ambos abrigos.
Al acabar la guerra, la Estructura 02 se rellenó sobre todo con tierra: los distintos tipos de tierra que se utilizaron para tapar la estructura se perciben en forma de lentejones de diferente textura y color. En la Estructura 01 se arrojaron en cambio gran cantidad de piedras, primero grandes y después de menor tamaño (cascajo).
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