martes, 27 de septiembre de 2016

Disaster Archaeology

Castro de La Ercina

Hace pocos días tuvimos la suerte de acercarnos al pueblo leonés de La Ercina en donde nuestros compañeros Eduardo González y Víctor Bejega dirigen un proyecto de Arqueología comunitaria centrado en la recuperación de un castro de la Edad del Hierro (probablemente destruido durante las guerras cántabras). Estos arqueólogos, que emprendieron en su día las excavaciones en la posición republicana del Cueto de Castiltejón (Puebla de Lillo), nos enseñaron también las ruinas arqueológicas del pasado minero de la zona. Un pasado traumático condensado en una fecha: el 10 de junio de 1954. Ese día una explosión de grisú en la mina de Casetas de Oceja acabó con la vida de 14 mineros. Fue el mayor accidente minero hasta la fecha en toda la provincia de León. Por supuesto, la dictadura pasó por el acto la tragedia, señalada en algún periódico de manera surrealista, como un hecho más en la sección de sucesos, compartiendo espacio con el accidente sufrido por los miembros de un circo ambulante.


Los y las seguidoras de este blog ya conocéis nuestros proyectos sobre Arqueología de la colonización agraria e industrial del franquismo en diversas zonas del Estado. En este sentido, en La Ercina nos encontramos con un ejemplo magnífico del proceso de domesticación de la minería y la case obrera tras el triunfo del golpe de Estado de 1936. Sin embargo, hay algo más. El trauma de aquel accidente se mantiene en la actualidad y se refleja en una suerte de damnatio memoriae de la materialidad que recuerda aquellos tiempos. La entrada a la mina en la que murieron aquellos hombres fue dinamitada hace pocos años. La vía del tren minero fue desmantelada. La caseta del apeadero resiste huérfana y sola al paso del tiempo, en medio de la nada. El economato no aguantará un invierno más; pronto se consumará su ruina total... Se podría llevar a cabo toda una Arqueología del Desastre en este lugar.

La antigua caseta del apeadero en el tren minero: Casetas de Oceja.

Ruinas del interior del economato de Casetas de Oceja.

Exterior del edificio del economato.


Sin embargo, también se ha dado un curioso proceso de patrimonialización. En el antiguo local de la Hermandad de Santa Bárbara, centro permitido por el sindicato vertical franquista, se ha ido creando todo un museo local, una cuenca de memoria con aluviones de materiales de lo más variopinto, donados por los vecinos. En el bar se expone una lápida conmemorativa de un accidente previo, con los símbolos fascistas y con un texto que recuerda que esos hombres murieron en el trabajo cumpliendo con su deber. Todo un epitafio que nos remite al Estado militarizado franquista, en donde los camaradas productores obedecen y cumplen, ajenos a cualquier tentativa de huelga o derecho laboral. Como contrapunto, nos encontramos aquí con otra lápida, exenta de simbología franquista, un recuerdo emotivo de los compañeros.



La gente de La Ercina estaba harta de aparecer únicamente en la prensa por malas noticias, cada vez que se conmemoraba la efeméride de la tragedia de 1954. Por eso, se aferran ahora al castro como referente identitario. El impacto mediático de las excavaciones, de la recreación de la batalla entre cántabros y romanos es ahora motivo de orgullo para la comunidad local, según nos cuentan Edu y Víctor. Toda una Arqueología postraumática.

Detalle del Museo de la Hermandad de Santa Bárbara.

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