En las profundidades del asilo.
El principio básico en arqueología de campo es que se excava hasta que dejan de salir cosas (o se acaba el presupuesto). Desde este punto de vista nuestro trabajo es bastante distinto al de quienes se dedican a investigar la historia en los archivos. Aunque, al igual que los historiadores, seleccionemos un determinado período para investigar, tenemos que documentar todo lo que nos encontramos, sea anterior o posterior.
Hemos hablado ya en varias ocasiones sobre los restos del Asilo de Santa Cristina que aparecen por todas partes en nuestros sondeos y prospecciones. Pero hoy en la excavación hemos encontrado algo por debajo del edificio del asilo que estamos investigando.
En uno de los sondeos excavamos la cimentación de uno de los pabellones. Podemos hacerlo en este sondeo en concreto porque la demolición de posguerra fue tan sistemática que, al contrario que en otros puntos, no solo arrasó los muros, sino también el pavimento, la preparación de mortero y ladrillo del pavimento y las primeras hiladas de los cimentos. Quedaron así expuestos los rellenos de arena y arcilla que formaban parte de la cimentación.
Después de excavar varias capas estériles y cuando ya pensábamos que no iba a aparecer nada más, de repente dimos con un estrato de tierra marrón con carbones, trozos de ladrillo y hierros oxidados. Se trata de un momento de ocupación aparentemente anterior a la construcción del asilo, o al menos del pabellón que analizamos.
En el estrato aparecen restos que nos pueden indicar el uso del lugar. Tenemos un berberecho solitario (el primero de la excavación: hasta ahora hemos encontrado muchísimas chirlas), pero lo más significativo son numerosos huesos de animal. La mayor parte pertenecen a vaca o buey, además de alguno de oveja. Varios están tajados en rodajas y de hecho uno de ellos muestra el corte característico del osobuco. En otro trozo todavía está incrustado el filo de un cuchillo.
Es muy posible que estos restos se puedan relacionar con la vaquería que según los planos de la época se encontraba en este lugar antes de que se levantara el pabellón del asilo.
Ubicación de la vaquería en la zona donde estamos trabajando según un plano de 1910. En el plano se observa además el lavadero que también excavamos en este momento. Imagen tomada de El Rincón de Mayrit.
Ahora nos parece extraño pensar que hubiera ganado dentro de Madrid, pero lo cierto es que las vaquerías fueron un establecimiento muy habitual en la capital hasta los años 60 del siglo pasado. Hace cien años, los límites entre lo urbano y lo rural no eran tan marcados como en la actualidad y de hecho la ciudad se nutría principalmente de emigrantes del campo. En la zona del asilo de Santa Cristina, sin embargo, el paisaje bucólico de gallinas, vacas y huertos tenía los días contados. En breve sería sustituido por un paisaje más siniestro de cráteres y trincheras. La fauna de la Guerra Civil no estará ya compuesta por vacas, sino por ratas.
Huesos de rata de un nivel de la Guerra Civil en el Asilo de Santa Cristina.
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