Cuando los arqueólogos del futuro excaven los escondrijos generados por las gentes que vivieron y murieron por la pandemia del Covid-19 quizás tengan la suerte de documentar los cilindros de cartón que sostienen los rollos de papel higiénico. Lógicamente eso dependerá de las condiciones edafológicas y ambientales de los yacimientos. Eso es lo que ha ocurrido con los plafones de cartón del hospital de campaña de Capdella. Tras su abandono, se preservaron de forma milagrosa por la cubierta vegetal que se fue generando desde entonces. La limpieza biótica llevada a cabo hace un par de años, paradójicamente, ha conllevado el deterioro en tiempo récord de la estructura. Queda muy poco tiempo para evitar lo inevitable. Todo un reto para los expertos en Restauración de Bienes Culturales: preservar un edifico único en el mundo, una casa de cartón que nos habla del mundo que fue.
La empresa Christoph and Unmack se adaptó perfectamente a lo que tocaba en cada momento. Durante la Iª Guerra Mundial se forraron con el negocio de las barracas, pabellones transportables y casas prefabricadas. Como señala Sígrid Remacha, cuando llegó la hora de condenar el militarismo germánico, desapareció de la publicidad el concepto de barracón y se sustituyó por el de pabellón. Así mismo se cancelaron los contratos con los militares y la producción se centró en el ámbito civil durante la República de Weimar y los locos años 20. Las exportaciones para las colonias africanas y asiáticas de las potencias europeas tampoco eran moco de pavo. En la época de las vanguardias contrataron trabajos a diseñadores y artistas de renombre como Ernst May, Konrad Wachsmann o Albin Müller. Este trabajo con materiales prefabricados inspiró la labor de arquitectos de la Bauhaus como Gropius con su packaged house system. Y en esto llegaron los nazis...y mandaron parar. Quema de libros, retirada de obras de arte degenerado de los museos y militarización de la vida cotidiana. Como buenos capitalistas, los dueños de la empresa apoyaron de manera entusiasta a Hitler. Desde 1933 la fabricación en masa de casernas volvió a convertirse en el objetivo prioritario. Los campos de concentración para confinar primero a los opositores políticos se convirtieron en una nueva oportunidad de negocio. Y una cosa llevó a otra.
Nunca falta un roto para un descosido. Barracones para la Wehrmacht en su conquista del continente europeo. Barracones para los trabajadores forzados y, finalmente, barracones para los seres asociales y subhumanos en los campos de exterminio. Auschwitz como apoteosis de la arquitectura moderna, eficiente, rápida, barata. Minimización de costes. Maximización de beneficios. Tecnología alemana. La derrota de 1945 acabó con la producción de estos barracones. La desnazificación es lo que tiene. La empresa utilizó mano de obra esclava, judía, para construir los barracones en los que acabarían sus días cientos de miles de judíos. Tremenda cadena de valor, como le gusta decir a los gestores de empresas.
Nunca falta un roto para un descosido. Barracones para la Wehrmacht en su conquista del continente europeo. Barracones para los trabajadores forzados y, finalmente, barracones para los seres asociales y subhumanos en los campos de exterminio. Auschwitz como apoteosis de la arquitectura moderna, eficiente, rápida, barata. Minimización de costes. Maximización de beneficios. Tecnología alemana. La derrota de 1945 acabó con la producción de estos barracones. La desnazificación es lo que tiene. La empresa utilizó mano de obra esclava, judía, para construir los barracones en los que acabarían sus días cientos de miles de judíos. Tremenda cadena de valor, como le gusta decir a los gestores de empresas.
La experiencia de empresas alemanas como ésta influyó seguramente en la práctica profesional de los ingenieros españoles que diseñaron los primeros campos de concentración franquistas en 1937. Nuestro compañero Pedro Fermín Maguire ha estudiado la documentación oficial en la que aparecen los prototipos del denominado Barracón Galicia, que fue el modelo fabricado en masa y empleado por los sublevados prácticamente hasta la inmediata postguerra. Una versión fascista española del barracón nazi por excelencia.
Las ruinas de Capdella son un recurso didáctico de primer orden para hablar de todo eso, pero también del paternalismo empresarial de la burguesía de comienzos de siglo, preocupada por las bajas en la construcción cuando las prisas apremiaban. Las condiciones de trabajo de los obreros en esta zona del Prepirineo en 1911 eran brutales, como se muestra claramente en el centro de interpretación de la central de Capdella. Una visita más que aconsejable.
Referencia
Remacha Acebrón, Sígrid. 2017. L'hospital de cartó de Christoph and Unmack a la colònia de la central de Capdella. La electrificación y el territorio. Historia y futuro. IV Simposio Internacional sobre Historia de la electrificación (8-9 de mayo de 2017).
Las ruinas de Capdella son un recurso didáctico de primer orden para hablar de todo eso, pero también del paternalismo empresarial de la burguesía de comienzos de siglo, preocupada por las bajas en la construcción cuando las prisas apremiaban. Las condiciones de trabajo de los obreros en esta zona del Prepirineo en 1911 eran brutales, como se muestra claramente en el centro de interpretación de la central de Capdella. Una visita más que aconsejable.
Referencia
Remacha Acebrón, Sígrid. 2017. L'hospital de cartó de Christoph and Unmack a la colònia de la central de Capdella. La electrificación y el territorio. Historia y futuro. IV Simposio Internacional sobre Historia de la electrificación (8-9 de mayo de 2017).