martes, 11 de septiembre de 2018

El olor de la derrota

Anuncio de Gal en la estación de metro de Chamberí.
Los años 20 supusieron una auténtica revolución en el ámbito del diseño. Cartelistas, dibujantes y artistas prestaron sus servicios a casas comerciales que se abrían al mundo del márketing y la publicidad. En la incipiente sociedad de consumo, un perfume o un agua mineral debían entrar por los ojos, no solo por la nariz o la boca. Botellas y frascos fueron un campo de experimentación, desde al art noveau a las vanguardias. La instauración de la IIª República abrió el camino a la liberación de la mujer e intentó aminorar el peso de la moral católica en la vida cotidiana. Las casas de perfumes jugaban entonces la baza de la sensualidad, de la atracción, de lo prohibido. En el Madrid de preguerra una de las firmas más importantes del sector era la Compañía Perfumería Gal, cuya fábrica en estilo neomudéjar se emplazaba junto a la plaza de Moncloa, en el Paseo de San Bernardino. Todavía se conserva un anuncio en azulejo en la estación de Chamberí. Sus productos estrella eran la vaselina y el mítico jabón Heno de Pravia. En los años 30, actrices de éxito como María Guerrero y Margarita Xirgu prestaron su voz en la radio para la promoción de Gal. Al estallar la guerra, en el verano de 1936 la fábrica es colectivizada. Sus trabajadoras corrieron a alistarse para acudir al frente. Como podemos leer en Agente Provocador, la revista Crónica se hizo eco de este hecho:
Obreras de la Casa Gal, de la fábrica de pañuelos y de otros sitios, han acudido en tropel a alistarse en el Batallón que lleva el nombre de Lina Odena, en memoria de aquella que en un frente de Andalucía supo derramar generosamente su sangre joven y ofrendar su vida en defensa del ideal.
Lina Odena era una militante comunista a la que sorprendió el golpe de Estado durante un congreso provincial en Almería. El 14 de septiembre se dio de bruces con una partida de falangistas y se suicidió de un disparo en la sien. La unidad de combate de las milicianas perfumistas no tuvo mucho recorrido. Sobre estos batallones femeninos y su coqueteo con el frente se decía en Mundo Gráfico, el 29 de julio de 1936:
Quieren luchar, quieren ir a la Sierra. Pero sin olvidarse por ello de llevar la boca pintada a lo Joan Crawford y de mirarse a hurtadillas algún rizo rebelde en el espejo que llevan en el bolsillo izquierdo del mono, sobre el corazón.
Otra gran compañía de la competencia, en aquellos años prebélicos, era la casa Parera, de Badalona. Su fundador, Joan Parera i Casanovas en la década de 1910, manejaba el discurso paternalista de la patronal catalanista católica. Cada año, por la fiesta de Santa Isabel, regalaba a cada una de sus trabajadoras un estuche personal de cosméticos variados. Can Parera alcanzó una notable proyección internacional. En mayo de 1933 el dueño invitó a las participantes del certamen de belleza Miss Europa que se iba a celebrar en Madrid. En el top de sus producciones se contaba por entonces con Cocaína en Flor (es en serio), para mujeres, perfume misterioso cuyo nombre responde a efectos desconocidos, y con un clásico para hombre-macho ibérico, Varón Dandy, perfume que por razones psicológicas atrae poderosamente a la mujer. Como hacía la competencia, Parera fichó a artistas de la época. En 1933 y 1935 sonaban dos tangos, recitados por Carmelita Aubert, en los que se cantaban las excelencias del superperfume seductor Cocaína en Flor:
Un perfume que persiste/un aroma que no cansa/una sensación que no se olvida/Superperfume Cocaína en flor.
Las necesidades da guerra llevaron a la Generalitat de Catalunya a reconvertir parte del tejido industrial. De diseñar y producir pintalabios y perfumes se pasó a fabricar en cadena granadas de mano y proyectiles. Toda una metáfora de lo que supuso el conflicto bélico.
En varias ocasiones nos encontramos en nuestras excavaciones de la guerra civil con frascos de perfume. Esta vez, el contexto es realmente sorprendente. En el nido de ametralladora del Campillo, excavado en la roca, documentamos un hogar, con salida de humos incluida. Sobre el piso de ladrillo quedó fosilizado un evento, la última comida que hicieron los soldados de la posición antes de la derrota. Unos ladrillos dispuestos de forma vertical flanqueaban una lata que en su día contuvo carne. Entre la ceniza recogemos pequeños clavos de la madera empleada en la combustión, y huesecillos de animal, restos óseos de un humilde guiso. Este verdadero bodegón bélico se completa con dos frascos de vidrio, emplazados in situ, que todavía mantienen su tapón de corcho, impregnados de un líquido que se asemeja al vino tinto. Uno es un tintero y el otro un frasco de perfume. Este último todavía conserva la pegatina promocional de la casa Parera y el sello fiscal de 15 céntimos.
Un comentarista anónimo de nuestro blog nos echaba en cara que somos muy dados a la imaginación, que lo que tenemos que aportar es información. Desconoce este amable lector que la imaginación es la herramienta historiográfica más poderosa. Nos gusta imaginar cómo y por qué llegó este frasco de colonia al frente. ¿Sería el regalo de una amante, esposa, novia? ¿Lo trajo un combatiente procedente de Levante en los primeros compases de la batalla del Jamara? Sí, la imaginación genera relatos sugerentes sobre el pasado. Parafraseando aquella película El perfume: historia de un asesino, basada en la famosa novela de Patrick Süskind, podemos escribir El perfume: historia de un soldado. Lo pudimos comprobar en la visita guiada del sábado a El Campillo, con los niños y niñas probando su olfato para la investigación. Poder acceder a los olores de la guerra. Las trincheras no olían a perfume, sino a mierda, sudor, polvo y barro. Aquí se constata una vez más la ruptura que supuso el conflicto. El hombre ideal (de una sociedad en paz) que cantaba Carmelita en 1933 en una cuña publicitaria de radio de Varón Dandy, estaba en las antípodas del hombre ideal, del hombre-guerrero que debía combatir en las trincheras.
Con la Victoria, Parera y el franquismo hicieron buenas migas y consagraron la imagen del hombre impuesta por el nuevo régimen, un hombre que no tenía ya que seducir, sino imponerse, por la violencia sin hacía falta. Una colonia para los vencedores. En cambio, el olor de la derrota quedó fosilizado en el fondo de las trincheras republicanas. Hasta hoy.
 

1 comentario:

Unknown dijo...

Dado mi desconociemto sobre vuestra profesión no me atrevo a decir si imaginais demasiado o no, si me atrevo a deciros que en la medida que lo hacéis y con la información y experiencia que atersorais, vuestras proyecciones invitan a la reflexión como esta misma del giro de la publicidad de perfumes hacia la lectura tan latina como es la hombría entendida desde el porcojonismo.

Muy buen artículo,

PD: Desconocia el buen entendimiento de la Casa Parera con el Régimen, si bien tras vuestro apunte analizo que es una evidencia.