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jueves, 8 de noviembre de 2018

La ruta más larga. Un traslado de significado.


Algún día de estos esperamos amanecer con la noticia de que han sacado a Francisco Franco del Valle de los Caídos. La operación es sencilla, de costes modestos y sin complicaciones técnicas, pero está generando un gran revuelto. Hasta tal punto es así, que para evitar el encuentro frente a frente, cuerpo a cuerpo, entre los medios, los curiosos, las víctimas del dictador celebrando el traslado y franquistas protestando en contra, la exhumación se intentará hacer con la máxima discreción. Nos enteraremos cuando ya haya pasado y Franco esté enterrado de nuevo en algún otro destino, esperemos que más acorde con una aspiración democrática; donde la familia pueda recordar al dictador en privado, pero sin que ocupe un lugar público honorífico.

Aún sin esta ceremonia pública de exhumación y reinhumación, la importancia de la acción material reside en algo inmaterial: su valor simbólico. Y como tal, para hacer su lectura, es útil armarnos de claves que pertenecen al ámbito de la performatividad y la representación. La decisión de trasladar los restos pasaría desapercibida si no tuviésemos en cuenta a quién pertenecen, la carga del memorial fascista dónde están ubicados o la actual jerarquía que se establece formalmente con el resto de los inhumados, por ejemplo. Poco pueden decir ya los muertos sobre su enterramiento y desenterramiento. Sin embargo, para los vivos este traslado es una forma de restablecer y actualizar el lugar simbólico que queremos que estos ocupen. En definitiva, el traslado físico es también un traslado conceptual.

Primer acto: Kilómetro 0 

Restos de la excavación en Abánades, Guadalajara
Restos de la excavación en Abánades, Guadalajara


En octubre del 2017, emprendimos un viaje en colaboración con el arqueólogo Alfredo González-Ruibal. El viaje comenzaba en la sede del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit-CSIC) en Santiago de Compostela y acababa en Abánades, Guadalajara. Llevábamos con nosotros los restos de 13 soldados que habían estado guardados en los almacenes del Incipit durante casi cinco años. El equipo del arqueólogo los había encontrado casualmente cuando excavaba en terrenos de Abánades. Habían muerto en batalla, la mayor parte luchando con el ejército sublevado, aunque también había un caído republicano y otros con adscripción desconocida.

Una vez acabada la investigación arqueológica, los restos habían quedado atascados en el almacén del Incipit-CSIC. Siguiendo el protocolo arqueológico, se deberían depositar en el Museo de Arqueología de la provincia donde se encontraron, sin embargo esta solución provocaba un conflicto ético al equiparar restos humanos con objetos arqueológicos. Por otra parte, ante la imposibilidad de identificarlos, tampoco podían entregarse a familiares que pudiesen hacerse cargo. Así que, antes de llevarlos a alguna parte, había que afrontar una cuestión: ¿Quién tenía la autoridad legítima para decidir sobre su destino? ¿El equipo de arqueólogos que los encontró? ¿Los colectivos o asociaciones ideológicamente afines? ¿El Estado? ¿El Ejército? ¿La Iglesia?... En definitiva: ¿De quién eran estos muertos?

Es en este momento cuando González-Ruibal nos invitó a involucrarnos para buscar una solución y visibilizar el caso de los 13 soldados: ¿Podíamos desde el arte encontrar la forma de que los restos entraran en un debate público más amplio sobre el legado de la historia reciente y traumática de la Guerra Civil y la dictadura?

Cajas en Incipit - CSIC, Santiago de Compostela
Cajas en Incipit - CSIC, Santiago de Compostela

El asunto hubiera sido menos complicado si los restos perteneciesen a republicanos; al menos la identificación con ellos como antecesores y defensores de un sistema democrático hubiese sido más fácil. Pero el conjunto se conformaba con soldados de ambos bandos. Teníamos que repensar las herramientas artísticas a las que estábamos recurriendo para no caer en el lenguaje de la conmemoración, y al mismo tiempo, evitar suavizar o camuflar las aristas más afiladas del caso. Alfredo González-Ruibal envió una carta al Ejército preguntando sobre los protocolos y la responsabilidad de la institución al encontrarnos ante soldados caídos en combate. La respuesta del que entonces era director del Gabinete Técnico del Ministerio de Defensa fue escueta y evasiva. Como solución indicaba que, al tratarse de restos no identificados, se debían inhumar en el cementerio de la población donde se hallaron. Añadía que, si fuese necesario, se podría disponer del osario del panteón militar del cementerio de Guadalajara. No había ninguna mención sobre cómo había que hacerlo o quién se ocuparía de sufragar los gastos

Entrada al cementerio de Guadalajara
Entrada al cementerio de Guadalajara

Visitamos primero el cementerio de Guadalajara. Presidiendo el recinto nos topamos con una gran cruz sobre una lápida, brillante y cuidada con flores frescas, dedicada a los "Caídos por Dios y por España". En contraste, en una zona apartada, estaban los vestigios de la fosa con las casi 1000 víctimas de la represión franquista en la ciudad, donde unos meses más tarde comenzarían las exhumaciones para identificar a Timoteo Mendieta. En definitiva, el camposanto repetía espacialmente la narrativa del Valle de los Caídos. No parecía el lugar adecuado para los restos de los 13 soldados

Detalle de la fosa de las víctimas del franquismo en el cementerio de Guadalajara
Detalle de la fosa de las víctimas del franquismo en el cementerio de Guadalajara

Así que decidimos llevarlos hasta Abánades y dar una dimensión pública al viaje. Con este objetivo, en el camino, hicimos una parada en Madrid. Allí, en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid, a través de la Oficina de Derechos Humanos y Memoria, organizamos un seminario para debatir sobre posibles destinos para los restos y los problemas prácticos con los que se encuentra un arqueólogo como consecuencia de un pasado con un marco legal sin resolver. Invitamos a un grupo de gente que desde su bagaje profesional y político reflexionó sobre los diferentes posibles escenarios. Participaron Juan Pablo Calero (historiador), Pedro Corral (periodista, escritor y concejal del PP del Ayuntamiento), Francisco Ferrándiz (antropólogo), Alfredo González-Ruibal (arqueólogo), Jimi Jiménez (investigador y arqueólogo), Queralt Solé (historiadora), Guillermo Zapata (concejal de Ahora Madrid en el Ayuntamiento) y Jesús Carrillo (historiador del arte) como moderador.

Lo que viene a continuación es un resumen del debate, junto con el vídeo completo del evento.

Segundo acto: Kilómetro 598


"La ruta más larga", Centro Conde Duque, Madrid, 14 de octubre del 2017
"La ruta más larga", Centro Conde Duque, Madrid, 14 de octubre del 2017

Alfredo González-Ruibal introduce las cuestiones principales en torno al caso de los 13 soldados. "No pueden ir a la vitrina de un museo, pero tampoco tienen que ser enterrados como enterraríamos a nuestros seres queridos ahora en el presente", establece. Por otro lado, una vez encontrado un lugar para darles sepultura, resalta el problema con el epitafio y la denominación de los contendientes, sobre todo para los que lucharon en las filas del ejército franquista, "¿Ejército sublevado? ¿Ejército nacional? ¿Qué ponemos?", se pregunta.

Encontrar restos de soldados franquistas todavía sin exhumar no es lo habitual. La inmensa mayoría de fosas comunes que quedan están llenas de víctimas republicanas, y son las familias, de forma no oficial, las que se han encargado de ellas en los casos en los que ha sido posible. Aún así, se calcula que todavía quedan sin localizar cerca de 114.000 víctimas de la Guerra Civil y la dictadura. Como indica Juan Pablo Calero, la Memoria Histórica ha existido siempre, pero ha sido una historia familiar: "Las familias recuerdan a sus muertos. Lo han hecho en el franquismo, en la Transición y después. Por ejemplo, cuando empieza la Transición, se abren muchas fosas y se sacan muchos cadáveres. Pero lo hacen las familias. La gente sabe dónde están sus muertos. Iba, abría y sacaba. Curiosamente esas exhumaciones solo salían en el Interview. (…) ¿Qué es lo que ocurre? Que llega un momento en que la magnitud del problema hace que deje de ser un asunto puramente familiar". En el momento en que hacemos de la memoria una cuestión de Estado es cuando se complica.

Queralt Solé y Jimi Jiménez hablan sobre las soluciones encontradas en el País Vasco y Cataluña. Se comenta que tal vez sea más fácil afrontar este tema en contextos donde hay un "nosotros" más claro.

A nivel estatal, Guillermo Zapata recuerda las dificultades para construir una política de memoria en un contexto político en el que no hay, ni habrá, consenso en cuanto a un relato sobre el pasado de la Guerra Civil y la dictadura. Advierte sobre la sobre-institucionalización de las políticas de memoria, y propone distinguir entre la lectura de Estado de un determinado problema y las políticas públicas. La función del Estado sería crear "recursos y protocolos, normas y regulaciones, que permiten intervenir en un determinado problema", sin tratar de construir un relato histórico común.

Pedro Corral, en cambio, opina que sí se debería buscar el consenso. "Pongámonos de acuerdo en ponernos de acuerdo", dice. Cree que para esto "debemos seguir un proceso desmitificador" y romper con las etiquetas que se establecen con la victoria del franquismo para identificar a unos y a otros en una Guerra Civil. "El franquismo hizo una cosa muy inteligente. Cogió a todos los que había asesinado el terror frentepopulista y se los metió en su saco. Eso es falso. Había liberales, había republicanos, había gente que, de llegar a sobrevivir a esa tragedia, seguramente no habría estado conforme con el franquismo. En eso la izquierda también ha caído en el engaño y deja esa etiqueta, porque bueno, 'esos eran franquistas fusilados'". Considera que esto es una forma de distinguir entre víctimas de primera y de segunda, y que a partir de esta distinción es cuando se origina conflicto. "Las leyes en Andalucía y Aragón están reduciendo a condición de víctima a los de un solo bando: los que lucharon por la libertad y la democracia (…). Estamos creando nuestro propio martirologio, como hizo la dictadura. Negando los excesos del otro bando".

Francisco Ferrándiz también se inclina por una solución global y "crear nuevos lenguajes para entender el pasado", pero considera que no podemos aislar la Guerra Civil de los 40 años de dictadura posterior, "la sombra de la guerra es alargadísima", dice Queralt Solé. El franquismo se encargó de honrar la memoria de sus muertos durante la guerra civil a través de los cuales construyó los rituales que conocemos como mecanismos de significación. Jesús Carrillo añade que "el problema con el Estado Español es que inició su fundación sobre un mausoleo, el Escorial, que luego el franquismo recupera en el Valle de los Caídos. Pero hay una muy débil tradición de monumentos liberales". Por eso, Ferrándiz advierte sobre los riesgos de adaptar los protocolos y funerales oficiales que ya conocemos. Cuestiona también si los protocolos de los caídos en la II Guerra Mundial serían extrapolables al caso español: "cero jerarquía entre rangos, ajardinado al milímetro... Hay una neutralización de los aspectos más políticos".

Se debate sobre la sobre-interpretación de la subjetividad de los soldados y sobre posibles denominadores comunes para abordar la representatividad desde la actualidad. Pedro Corral considera que el denominador común es que son españoles: "Salvo que se demuestre lo contrario son españoles caídos en un momento de nuestra historia. Forman parte de nuestras huellas, cicatrices y hay que ir volviendo con ellas". No todos los participantes están de acuerdo con esta denominación y se cuestionan si sería aplicable a otros casos como el de los gudaris o los anarquistas. Alfredo González Ruibal propone el conflicto como posible seña de identidad: "Quizás el reconocer que llevamos 500 años desde las guerras civiles castellanas matándonos unos a otros no deja de ser un elemento identificador y podría formar parte también de la forma en que recordemos a nuestros muertos". Guillermo Zapata añade: "¿Cuál es la condición básica común? A mí me sale que están muertos. Si estuvieran vivos estarían peleando en una contienda".

Desde el público, alguien propone una solución poética, mencionando la enigmática frase encontrada en el bolsillo del poeta Antonio Machado al morir: "Estos cielos azules y este sol de la infancia". Se pregunta si esta cita no sería adecuada como epitafio.

Damos por terminado el seminario y seguimos nuestro viaje. Estamos ya más cerca de nuestro destino: Abánades, Guadalajara, donde el Ayuntamiento se ha comprometido a ocuparse del enterramiento de los 13 soldados en el cementerio municipal.

Tercer acto: Kilómetro 735

Museo de la Guerra Civil, Abánades, Guadalajara
Museo de la Guerra Civil, Abánades, Guadalajara

Abánades es un pequeño y pintoresco pueblo agrícola donde viven, según sea invierno o verano, 30 o 300 personas. Uno de los pocos episodios memorables con los que cuenta históricamente es que, durante la Guerra Civil, fue el escenario de una violenta batalla. El suceso no cambió el devenir de la guerra, sin embargo, se habla de que dejó unas 7.000 bajas de ambos lados, entre ellas las de los 13 soldados que tenemos en nuestras manos. Aún hoy, los restos bélicos forman parte del paisaje local. Cada año se celebra una festiva recreación de la batalla y se ha creado un pequeño centro para la memoria con objetos que han ido juntando los vecinos, el Museo de la Guerra Civil de Abánades.

Es en este espacio donde depositamos los restos. Nos reciben el alcalde del pueblo, sus dos concejales y los responsables del espacio, y entre todos, trasladamos las cajas hasta el local. Mientras tanto, se comentan los costes de la inhumación y sobre cómo se podrían afrontar. Tienen su propia agenda sobre lo que se podría hacer, y las consideraciones prácticas son un factor determinante. Madrid queda muy lejos.

Dejamos cuidadosamente las cajas con los restos sobre una mesa. Los encargados del Museo las custodiarán a partir de ahora hasta que llegue el día en que pueda hacerse la inhumación. Hoy los soldados siguen atrapados en su larga ruta. Tal y como dijo Guillermo Zapata en el seminario, "En el momento en que estos restos encuentren su descanso, su papel en términos políticos desaparece".

Iratxe Jaio y Klaas van Gorkum, 2018
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El vídeo completo de la tertulia en el Centro Conde Duque:



Iratxe Jaio y Klaas van Gorkum trabajan juntos como artistas visuales desde 2001. Mirando más allá del horizonte de su propia disciplina, colaboran habitualmente con gente de otros ámbitos. Su práctica está motivada por un interés por repensar el papel del artista en la sociedad, abordando nociones comunes sobre autoría, identidad cultural y relaciones de producción. Más información en www.parallelports.org

La ruta más larga se enmarcó en el contexto del proyecto europeo NEARCH - Nuevos escenarios para una arqueología en comunidad, en colaboración con Incipit - CSIC (Santiago de Compostela) y la academia Van Eyck (Maastricht, Holanda). El seminario se organizó con el Ayuntamiento de Madrid, a través de la Oficina de Derechos Humanos y Memoria.

jueves, 19 de enero de 2017

Las casas frías: Naturaleza muerta (I)

San Prudencio de Armentia.

Las élites locales diseñan, proyectan y organizan el desarrollo de las ciudades. Mediante la arquitectura y el urbanismo (o la falta de él), controlan y domestican a los viejos (y nuevos) habitantes de la urbe. La Geografía Humana de raíz marxista, tan en boga en la España de los 70 y 80, tenía estas cosas muy claras. Estas mismas élites de las que hablamos son las que moldean la imagen de la ciudad hacia el exterior. En el caso de Vitoria-Gasteiz (daos un paseo por el stand de FITUR) se vende la Green Capital, la ciudad europea, la senda verde, el sitio en donde más se cuida el patrimonio histórico.
Dentro de este ideosistema, una de las postales turísticas de la capital vasca es la basílica de San Prudencio de Armentia, una joya del románico internacional del siglo XII. Estamos en la zona cero del espíritu alavesista. La campa del patrón, cada 28 de abril, es el campo de juego en donde se escenifican un sinfín de performances que contribuyen a reforzar el sentimiento vitorianista y la identidad del Territorio Histórico de Álava. Identidad, Patrimonio y Turismo. Armentia es referente de identidad, posee un enorme capital simbólico que, a nivel inmobiliario, se traduce en promociones de lujo. Armentia es el top residencial a día de hoy en la capital alavesa.

Armentia: zona residencial de lujo en la actualidad.

Esta postal turística esconde un paisaje marcado también por el conflicto, la violencia y el trauma. La necrópolis medieval anexa, excavada a comienzos de este siglo XXI, ha aportado un amplio conjunto de tumbas, en las que se documentaron esqueletos (alguno con las espuelas puestas) con evidencias de aparatosas heridas de guerra. El equipo forense de Paco Etxeberria llegó a registrar casos espectaculares de trepanaciones, operaciones quirúrgicas a las que sobrevivieron determinados individuos. La guerra volvería por estos parajes con las guerras napoléonicas. Cada año, recreadores se apostan para escenificar algunos pasajes de la batalla de Vitoria (1813), un acontecimiento histórico que entusiasma a la élite política vitoriana. A su vez, la primera guerra carlista (esa ya no interesa tanto) convirtió los paramentos murarios de la basílica en un inmenso paredón en donde liberales fueron fusilados a destajo.

Paramento de Armentia reconvertido en paredón en las carlistadas.

Pero si las guerras carlistas no merecen mucho recuerdo colectivo, qué vamos a decir de la guerra civil española. El 80 aniversario de la principal batalla librada en suelo alavés, la de Villarreal (diciembre de 1936), no ha entrado en la agenda conmemorativa de ninguna administración local, foral o autonómica. Durante la guerra civil se plantearon proyectos para adecentar y urbanizar la senda hacia Armentia. Justo al acabar el conflicto, se erigió el monumento a San Prudencio, concebido como un Ángel de la Paz. Tallado en mármol, el pedestal es un bloque retirado de las obras paralizadas de la Catedral Nueva de Vitoria. 

Monumento a San Prudencio.

Los vencedores de la guerra comenzaron a apropiarse del espacio público. El nacionalcatolicismo impregnaba la vida cotidiana. A los requetés les iba mucho eso de poner sus tercios bajo la protección de advocaciones patronas y patrones (Virgen Blanca, Nuestra Señora de Estíbaliz, Begoña, etc...). El tradicionalismo carlista estuvo hábil al fundir Cruzada, religiosidad popular e identidad. La fotografía de la procesión camino al monumento, el 28 de abril de 1940, es espectacular, por dos motivos. Porque nos muestra la realidad de la Álava rural (semillero requeté) y de una ciudad, Vitoria, que no se podía entender sin el mundo del campo, antes de la industrialización de fines de los 50. Pero por otro lado, nos muestra la realidad de la inmediata postguerra. El obispo de Vitoria (trasunto de San Prudencio) lidera a su grey, a su rebaño. Detrás de él, vemos a héroes de guerra, a capitanes carlistas con sus insignias colgadas de la pechera.

Procesión camino del monumento a San Prudencio, el 28 de abril de 1940. 
Fotografía expuesta en la exposición organizada por la Fundación Sancho el Sabio: 
Europa en llamas. Ecos de la Alemania nazi en Vitoria (1939-1945) 
y comisariada por Virginia López de Maturana, Guillermo Marín y Xavier Sagasta.


Los vencedores apostaban por un modelo determinado de sociedad, si bien existían divergencias notables entre ellos (carlistas vs falangistas). Armentia se va a convertir en la década de 1940 en el solar en el que se va a intentar materializar un proyecto de ingeniería social puramente fascista. Para conocerlo, tenemos que desviar la vista de los canecillos y ajedrezados de las arquivoltas románicas y dirigirnos a un descampado inhóspito. Aquí se encuentra una antigua promoción de vivienda obrera. Estas casas, conocidas por los vitorianos como las casas frías, se despachan en dos líneas en el plan Director de Puesta en valor de Armentia. Estas casas baratas, humildes y anónimas nos muestran en toda su crudeza lo que supuso el fascismo en los años 40 para esta ciudad.



domingo, 4 de diciembre de 2016

Acacias 36

Vallado de las estructuras arqueológicas en la cima de San Pedro, 
medida protectora (de ruinas y ganados) ejecutada por el ayuntamiento de Amurrio.

El proyecto arqueológico del monte de San Pedro no se puede entender sin las comunidades locales. Esta gente es la dueña de los terrenos, es la depositaria de la memoria bélica del lugar, y son la mejor garantía para que estas ruinas se protejan y se promocionen. Por supuesto, para llegar a este punto del proyecto hubo que negociar, porque la Arqueología del Conflicto también sirve para dirimir conflictos.
Un primer conflicto viene dado por el uso actual del paisaje. Las prácticas ganaderas materializadas en los ricos pastos de la zona, están reñidas con el peligro potencial que supone para el ganado la presencia de agujeros como nidos de ametralladora o tramos de trinchera abiertos. La Junta Administrativa de Lezama mostró interés por el proyecto desde su inicio, pero impuso legítimamente condiciones lógicas: vallado estable en el sector de intervención y garantía de mantenimiento de las estructuras exhumadas. Todo este proceso de negociación entre técnicos ayuntamiento de Amurrio y Junta vecinal es un regalo para todo joven arqueólogo que se adentre en la gestión integral del patrimonio: reuniones con los junteros, recogida de firmas a pie de caserío, la pervivencia de la tradición oral... 

Tramo de trinchera protegido. Aquí estaban los gudaris del Araba. 
Al fondo el Txibiarte y Sobre Hayas, defendidos por el batallón anarquista Bakunin.

El otro día nos acercamos de nuevo al monte para comprobar materialmente los acuerdos: un vallado de postes de madera de acacia con su alambre de espino (ha vuelto, como en 1937) protege el espacio que será intervenido en mayo del año que viene. Antes de este proyecto, los ganaderos solían colmatar y rellenar los tramos de trinchera. Con nuestro proyecto, esa práctica se ha detenido. Todos hemos colaborado en el proceso de valoración patrimonial de estas ruinas. Además, a raíz de nuestros trabajos, este área será protegida por la administración de patrimonio del Gobierno vasco, ya que desde ahora posee la categoría de área arqueológica.

Conferencia interactiva en el local social de Arrastariakoak.

Esta Arqueología en comunidad en la que creemos se basa en la mediación, la colaboración y el compromiso. Así pues, la Junta de Aloria incidió en la necesidad de dar a conocer a vecinos y vecinas la historia que estábamos desenterrando. Y en eso estamos. El sábado 26 de noviembre, día gélido por estos lares, impartimos una conferencia en la sede de la asociación Arrastariakoak en Delika. En esta charla recabamos muchísima información de la población local. Un erudito local, hijo y sobrino de combatientes, al paso de las fotografías que iba pasando Josu Santamarina, iba cantando los nombres y apellidos de miembros del batallón Araba del PNV o de significados requetés de la zona. Aunque recordar duele, todo el mundo esta empeñado en preservar y transmitir la memoria de los hechos acaecidos en el siempre vigilante monte de San Pedro.

Nuestros particulares combates por la Historia: Josu Santamarina blandiendo la bayoneta checa 
legada por un tío abuelo suyo, combatiente del batallón del PNV  Avellaneda.

jueves, 21 de enero de 2016

Arqueología del Franquismo en Vitoria-Gasteiz

Una vecina gasteiztarra cabreada por la retirada de simbología franquista.

La semana pasada hemos dado inicio al Curso Cultural de Arqueología del Franquismo en el centro cívico Aldabe, organizado por el ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Las 50 personas inscritas dan buena cuenta del éxito de este tipo de iniciativas. En las dos primeras clases hemos intentado mostrar la materialidad generada por la estrategia de construcción de la memoria llevada a cabo por el franquismo. Una estrategia que ha tenido mucho que ver en la conformación de lo que se ha dado en llamar franquismo sociológico, un fenómeno vigente en nuestra sociedad si vemos el revuelo que ha causado la retirada de símbolos franquistas. Una vecina de Vitoria-Gasteiz envió estas Navidades una carta al director del Diario de Noticias de Álava en la que resume perfectamente todo el elenco de mitemas de la ultraderecha: Franco murió en la cama, nos legó la democracia, la retirada de símbolos no es una demanda de la sociedad, la guerra fue una locura entre hermanos en la que no hubo vencedores ni vencidos, porque todos perdieron.

Norte: órgano editorial de la Falange en Vitoria (en Marín et al. 2015).

Se equivoca nuestra vecina Mercedes Fernández Alonso. Sí hubo vencedores y vencidos y los primeros se encargaron de recordárselo a los segundos durante cuarenta años. El patrimonio es el resultado siempre de una estrategia política de construcción (o destrucción) de la memoria colectiva. Nuestro trabajo consiste en abordar este proceso en la larga duración desde 1939 hasta hoy en un contexto especial como es el vasco, en donde la violencia política y el terror han campado a sus anchas entre 1936 y 2011.
El pacto por la desmemoria y el olvido sellado por la élite política española en la denominada Transición Democrática ha generado una cierta narcotización del pasado traumático de la guerra civil española. Todavía hoy en el Senado y el Parlamento de España se minusvalora la recuperación de la memoria histórica y se defiende la manida idea de la innecesaria reapertura de heridas, recordando una guerra entre hermanos en la cual los dos bandos cometieron atrocidades. Este es el discurso que el visitante puede oír de boca de la guía oficial de las ruinas del Belchite viejo, sin ir más lejos. También es ésta la razón que lleva a exponer en la misma sala la bandera de la República española y la de la Alemania nazi, en el aula didáctica ubicada en Corbera d’Ebre (Tarragona). Equiparar a los golpistas con los defensores de un régimen democrático ha sido una argucia retórica para hacer tabula rasa de la guerra civil y para despolitizar un conflicto en el que se enfrentaron dos ideologías que defendían modelos de sociedad diametralmente opuestos. Porque en esta guerra hubo, lógicamente, vencedores y vencidos, y ambos comenzaron a construir narrativas para fijar su memoria al día siguiente de acabar la lucha armada. 
Aunque a primera vista parezca que el proceso de musealización de la memoria y patrimonialización de la cultura material de la guerra civil española son un proceso reciente, ello no es cierto. Ya el mismo régimen franquista empleó la materialidad generada durante el conflicto (lo que hoy podríamos considerar patrimonio mueble e inmueble), para crear un discurso histórico concreto de la guerra.

Homenaje a la Italia fascista y la Alemania nazi en el Hotel-Frontón vitoriano (en Marín et al. 2015).

Así lo demuestran las primeras musealizaciones realizadas sobre el Cinturón de Hierro de Bilbao o la exposición de material de guerra capturado a los rojos en el Gran Kursaal. Durante la guerra civil se formó una Junta de Patronato, con motivo de los acuerdos de la Diputación Provincial de Vizcaya alcanzados desde 1937 a 1938, encargada de la conservación de un tramo del Cinturón Defensivo de Bilbao, convertido por la propaganda fascista en El Cinturón de Hierro. A esta primera patrimonialización habría que añadir la publicación de guías turísticas que invitaban a visitar diferentes paisajes y escenarios en donde discurrieron las gestas bélicas del ejército franquista, los pequeños anuncios en publicaciones periódicas con visitas guiadas por los restos del Cinturón de Hierro o la divulgación de series fotográficas vinculadas a éstos.

Propuesta fallida de Museo de la Guerra en Bilbao 
(Museo del Cinturón de Hierro de Berango).

También el País Vasco acogió en 1938 la Exposición del Material de Guerra Cogido al Enemigo, promovida por el Servicio de Recuperación de Material de Guerra, en el Gran Kursaal de San Sebastián. Esta exposición funcionó hasta mayo de 1939 tras sufrir numerosas modificaciones y ampliaciones, debido al recuperado uso hostelero del edificio y a la reorganización del Ejército de la Victoria. Estas fueron las causas de la dispersión de los fondos expositivos por otras localidades españolas. El trasfondo ideológico de esta exhibición es muy claro: el ejército franquista se decide a mostrar el botín capturado a los vencidos y demostrar materialmente el derroche económico de la República y la intervención de las potencias marxistas en la guerra. Una exposición de este estilo, aunque más modesta, se organizó también en el Hotel Frontón en la capital alavesa, mostrando a la ciudadanía el material capturado al enemigo tras la fallida ofensiva del Gobierno de Euzkadi en Villarreal de Álava.

Exposición en el Hotel-Frontón vitoriano de material de guerra 
incautado a los rojos (en Aguirregabiria 2015: 190).

Como ya escribió en este blog nuestro compañero Carlos Marín, para el caso de la Ciudad Universitaria, este fenómeno no se dio sólo en Euskadi tras el triunfo franquista. Hasta que la Ciudad Universitaria fue reinaugurada en 1943 hubo visitas guiadas por este espacio de ambigua memoria para el bando ganador. Se instaló una cartelería, un discurso museográfico diríamos hoy, en las propias trincheras. Estos carteles elocuentemente rezaban: Ellos y Nosotros.
Por lo tanto, la Nueva España se sirvió de los restos para explicar la guerra civil como una Cruzada de los buenos (vencedores) contra los malos españoles (vencidos), ya durante la propia guerra. Así mismo, procedió a la construcción de nuevas materialidades, como son los monumentos conmemorativos levantados por todo Euskadi con un doble objetivo: apoyar la construcción del discurso histórico/ideológico arriba señalado, y servir de recursos nemotécnicos para recordar a los rojo-separatistas que fueron derrotados. 
Aunque el retorno de la democracia en 1978 tendría que haber supuesto el fin de este discurso histórico maniqueo de la guerra civil en Euskadi, los herederos directos de los vencedores aún poseen espacios museísticos en los que ha quedado fosilizada esta perspectiva. Este es el caso de la base militar de Araca en Vitoria-Gasteiz. En junio de 2015, por imperativo del Gobierno de Madrid, los responsables del centro organizaron a regañadientes una Jornada de Puertas Abiertas para celebrar el Día de las Fuerzas Armadas. 
Jornada de Puertas Abiertas 2015 en la base militar de Araca. Soldados españoles 
de origen sudamericano te enseñan a manejar un mortero, por ejemplo.

Además de la exposición de material bélico y de la divulgación del trabajo hecho por los soldados en misiones en el extranjero, el visitante podía acceder a una Sala Histórica en la que se preserva parte de la memoria material del Regimiento Flandes, unidad militar acuartelada en Vitoria-Gasteiz y que con Camilo Alonso Vega al frente se hizo con el control de la ciudad el 19 de julio de 1936. Entre el material expuesto se pueden observar los banderines de las diferentes compañías que destacaron en la guerra civil, una orla con los héroes de guerra, un retrato dedicado a sus soldados por Alonso Vega, firmado en el frente del Ebro y otros vestigios como la estela de un soldado nacional caído por Dios y por España en la batalla de Villarreal. Nos encontramos realmente ante un espacio privado, una sala bajo llave, que condensa la memoria heroica de una unidad militar. Este vínculo es tan estrecho que toda esta documentación y estos restos viajarán con el Flandes a su nuevo destino en Zaragoza, tras 116 años en la capital vitoriana. Se trata de un pequeño museo militar desconocido por investigadores civiles y la sociedad en general y al que se ha podido acceder por una imposición política (celebrar el Día de las Fuerzas Armadas en Euskadi) vinculada también a la necesidad de transmitir a la sociedad una imagen más moderna y cercana del Ejército. Lo que es más destacable es el continuismo en los relatos memorialísticos que maneja esta unidad militar. Así pues, durante la jornada de puertas abiertas se podía ver un enorme pendón en el que se recogían las hazañas bélicas del Flandes: entre los hitos grabados nos encontramos nombres como Villarreal de Álava o Sierra de Pándols (batalla del Ebro), batallas libradas contra españoles, al lado de las misiones en Bosnia o Afganistán. Obviamente algo así es impensable en una jornada de puertas abiertas celebrada por el ejército alemán o italiano en nuestros días.

Lápida encontrada el 10/08/04 por mandos del BICC FLANDES IV/45 
cuando realizaban ejercicios de educación física 
en las inmediaciones de Arnagiz y Mendiguren.

Referencia

Guillermo Marín, Virginia López de Maturana, Xabier Sagasta, 2015. "Vanguardias Peligrosas. La Alemania nazi y la Italia fascista en Vitoria (1936-1939)", exposición organizada por la Fundación Sancho el Sabio en la Sala Araba de Vitoria-Gasteiz (18-XI-2015 a 9-XII-2015).

Post by Xabier Herrero Acosta, Sonia García Rodríguez y Xurxo M. Ayán Vila.


martes, 20 de octubre de 2015

Colonias para hombres


 
Este Seminario se integra en el proyecto de investigación Una Arqueología postcolonial en España. Materialidades y memorias subalternas de la colonización agraria e industrial en el siglo XX y constituye la primera aproximación que se hace desde la Arqueología a esta temática a escala del Estado español.
El programa aporta una visión comparativa de este fenómeno con aportaciones centradas en estudios de caso en Extremadura, Galicia, León, Aragón, Catalunya y Euskadi. A su vez da a conocer los trabajos de investigación desarrollados por alumnos de la UPV/EHU sobre la población minera en la margen izquierda de la ría de Bilbo y sobre los barrios obreros de Vitoria-Gasteiz, como Zaramaga o Errekaleor.

 
El peso de este pasado sigue condicionando el presente. El nacionalsindicalismo, el paternalismo y la domesticación del campesinado en el mundo rural y de la clase obrera en los contextos urbanos generaron una arquitectura que sigue generando problemas de gestión urbana y patrimonial en el presente (¿qué hacer con los barrios de oro de Gasteiz? por ejemplo). Es por ello que el presente Seminario se presenta como una herramienta útil para que la investigación arqueológica tenga una aplicación directa en la gestión de los procesos de patrimonialización que se están viviendo en la actualidad. Para ello integramos en el programa una visita guiada a barrios erigidos en Vitoria-Gasteiz en la época desarrollista, así como un ciclo de documentales sobre la colonización agraria del franquismo y su impacto en la realidad social del presente en diferentes zonas del Estado. A este respecto el viernes 23 de octubre se presentará el documental Los Colonos del Caudillo (2013) contando con la presencia de sus directores Lucía Palacios y Dietmar Post.
 
 
Esta actividad se integra en la oferta del Kultur Kampus y cuenta con una ayuda económica de la Facultad de Letras y del Vicerrectorado del campus de Araba.
 

martes, 21 de julio de 2015

Rebelión en La Granja

Cursillistas en la posición franquista de la Cruz de la Gallega (fot. Chus Jordá).
El 16 de mayo de 1764 Antonio Eximeno, jesuita valenciano, sabio filósofo, matemático y músico, inauguraba el Real Colegio de Artillería en el salón del Alcázar de Segovia. En su discurso dijo entre otras cosas, lo siguiente:
 
Yo no hallara ni pronta ni fácil salida si me quisiera internar en la selva inmensa de conocimientos de que debe ir prevenido un buen oficial o bien para dirigir la fortificación de una plaza o bien para mandar una batería: de las tierras, de las aguas, de las piedras, del fuego, de la atmósfera, de la pólvora, de las maderas, de los metales, de todo debe tener justas ideas, y los conocimientos físicos de estos cuerpos deben recaer sobre una geometría y cálculo nada vulgares...
 
Presidía el acto el conde italiano Felice Gazzola, un noble ilustrado que había dirigido campañas militares de Carlos III cuando éste era rey de Nápoles. Era matemático, bibliófilo, experto en arte y arqueología, grna artillero, teniente general e inspector general de Artillería (1761). Entre 1745 y 1750 dirigió las excavaciones en Paestum. Ya véis, la artillería unida a los orígenes de la misma Arqueología Clásica.
 
Refugio franquista en la Cruz de la Gallega. Detrás de la sierra: la capital de la República.
 
De aquel  mismo proyecto ilustrado surgió el Real Sitio de San Ildefonso. Aquel mismo espíritu interdisciplinar ha sido retomado por los profesores Jesús F. Jordá y Eduardo Juárez para organizar el curso de verano de la UNED sobre la Arqueología de los conflictos bélicos del siglo XX. Ellos han conseguido que, además de debatir sobre meteorología o jardines botánicos del siglo XVIII, también se aborde en La Granja el patrimonio olvidado de búnkers, trincheras y centros de represión. En su ponencia introductoria, el catedrático Gonzalo Ruiz Zapatero (Universidad Complutense) destacó la importancia que estos estudios están alcanzando en el ámbito académico anglosajón. Debido al tirón del aniversario (durante cuatro años) de la I Guerra Mundial, un sinfín de institutos de Arqueología, grupos de investigación y facultades organizan seminarios, debates o congresos sobre Arqueología del Conflicto.
 
Ponencia del profesor Gonzalo Ruiz Zapatero (Universidad Complutense).
 
En el ámbito del Estado español seguimos luchando contra molinos y gigantes a la vez. Francisco Etxeberria, uno de los antropólogos forenses de mayor prestigio internacional, se encargó de recordar cómo no hace tanto catedráticos de Arqueología se oponían a la idea de que esto del pasado reciente fuese Arqueología o Historia. También recordó los costes profesionales y académicos que han tenido que experimentar aquellos y aquellas profesionales implicados en la recuperación de la memoria histórica. Finalmente criticó cómo se están haciendo las cosas con los inmigrantes que fallecen en territorio español tras cruzar las vallas de las colonias en África. Dentro de no mucho tiempo, estados como Costa de Marfil o Senegal solicitarán al Reino de España información sobre sus desaparecidos, enterrados al más puro estilo de los pobres de solemnidad del Antiguo Régimen.
 
Ponencia del profesor Eduardo Juárez Valero (Universidad Carlos III).
 
Por nuestra parte, Alfredo González y Xurxo Ayán, mostramos al público un recorrido sintético por parte de los proyectos que desarrollamos en campos de batalla y centros de reclusión desde 2008 y que los seguidores de este este blog conocéis de primera mano. De hecho, los asistentes valoraron enormemente el esfuerzo divulgativo hecho en tiempo real desde guerraenlauniversidad, una herramienta utilizada con fines didácticos por más de un docente en este país. Todo un orgullo y una satisfacción, ya que estamos en este real sitio borbónico. Even better than the real place.
 
Ponencia de Alfredo González Ruibal (INCIPIT-CSIC).
 
Otro tema tratado en este curso fue la gestión patrimonial de estos paisajes bélicos, muchos de los cuales se encuentran ubicados en espacios naturales, parques nacionales y reservas de la biosfera. El profesor (y granjólogo) Eduardo Juárez nos dio a conocer con todo lujo de detalles la batalla de La Granja y los escenarios en que tuvo lugar. Una gran experiencia compartida que consolida el peso académico de la joven Arqueología del Conflicto española y muetsra claramente el interés social que suscita entre todo tipo de públicos: estudiantes, eruditos locales, aficcionados, profesores de primaria y secundaria, expertos en didáctica, guías especializados y un largo etcétera.
 
 Emblema de Falange de Castilla en un refugio franquista de la Cruz de la Gallega.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Gasteiz at War: La Película


Lo prometido es deuda. Muchos compañeros y compañeras no pudieron acudir en su día al congreso Gasteiz at War, por problemas de agenda, por los recortes del Gobierno de España, por compromisos familiares, por encontrarse en la emigración y/o exilio. Gracias al buen hacer de nuestros compañeros encargados del funcionamiento de los servicios multimedia de la Facultad de Letras (UPV/EHU), todo el mundo puede acceder aquí libremente a las ponencias y debates celebrados entre el 9 y el 13 de diciembre de 2014 de la mano del Grupo de Investigación en Patrimonio Construido. En los próximos días iremos ultimando pequeños detalles de algunas de las presentaciones, pero en todo caso, cumplimos así con uno de los objetivos de Gasteiz at War: dar a conocer y reconocer el trabajo pionero, heroico y comprometido de profesionales de todo el Estado en el ámbito de la Arqueología del Conflicto, la Gestión del Patrimonio y la Recuperación de la Memoria.

El siguiente paso será la publicación de las actas. Ya estamos trabajando en ello.
Skerrik asko. 


Los vídeos también estarán en Youtube:




lunes, 15 de diciembre de 2014

La Carta de Vitoria


Y se acabó Gasteiz at war (por el momento). No somos tan pretenciosos para concluir el congreso con un manifiesto o una Carta de Vitoria sobre la Arqueología y el Patrimonio de la Guerra Civil, sobre todo porque ya contamos con una carta de Vitoria, como véis en la foto de arriba. Los descendientes de Heraclio Fournier lo tuvieron claro en la guerra civil, sirviendo de imprenta casi oficial del bando nacional.

Pero de estas historias de naipes hablaremos otro día. A falta de Carta o Manifiesto sí queremos trasladaros unas breves reflexiones sobre Gasteiz at war.

Durante el transcurso del congreso se ha dibujado una SITUACIÓN compleja, pero dinámica y sobre todo multivocal. Tan MULTIVOCAL, que quizá sería pretencioso hablar de arqueología. Como ya manifestaron Buhli y Lucas (2001):

No se trata de redefinir los límites de la arqueología como disciplina, la circunscripción disciplinar es irrelevante si no arrogante; se trata de que la arqueología puede realizar una contribución única e incluyente a la gestión del patrimonio gracias a sus métodos y a sus perspectivas teóricas.

Y si hablamos de arqueología, se ha podido comprobar que la arqueología de la guerra civil ya no es notable sólo por sus planteamientos teóricos, sino también por aspectos empíricos que se aplicaban hasta ahora sólo en la arqueología de otros periodos. Drones, ADNs y arqueometría cerámica son claros ejemplos.
Pero aquí se han tratado muchas más cosas, la mayoría más importantes que la simple arqueología. Lo que hemos hecho las arqueólogas y los arqueólogos es escuchar y ser escuchados.
Este es uno de  los PRINCIPALES LOGROS de este congreso, proporcionar un foro de encuentro entre profesionales de distintos aspectos que a veces trabajan en paralelo, a veces se entrecruzan, en ocasiones se fusionan y normalmente entran en conflicto. Hemos planteado nuestros problemas, hemos escuchado los del resto. Hemos participado de un FORO COMÚN en el que a los diferentes especialistas se han unido las voces de asociaciones, técnicos de patrimonio y parte del alumnado.
Visita de los participantes de Gasteiz at war a Ugao-Miraballes: 
A veces la guerra es la paz del futuro. Silvio Rodríguez.

Sin embargo, es quizás en otro aspecto en el que sobresale este congreso. Diferentes ejemplos han dejado clara la oposición que existe desde determinados ámbitos políticos ante el desarrollo del estudio crítico de la guerra civil. Y es ahí donde la arqueología se empodera y logra trascender esa barrera para llegar a la sociedad. Una excavación permite hablar de ello y recordarlo. Este congreso también lo ha hecho de forma notoria. Desde el comienzo del congreso muchos MEDIOS DE COMUNICACIÓN se han interesado por este congreso y han AMPLIFICADO NUESTRO MENSAJE. Este fin de semana se han publicado sendos artículos y columnas de opinión que recuerdan la necesidad de continuar y ampliar los estudios presentados. Esto es un logro de cada una y uno de los asistentes.

GRACIAS!!

El Comité Organizador: Comisarios Políticos y Milicianos de la Cultura.
Portada del diario Berria: Arkeologia eta Memoria.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Gasteiz at war (last chance)


Última oportunidad amigos y amigas. El 30 de noviembre finaliza el plazo de inscripción para asistir al I Congreso Internacional de Arqueología de la Guerra Civil española (Vitoria/Gasteiz, 9-13 de diciembre de 2014). Un cita que no os podéis perder: Por 40 euros, 44 ponentes, estreno de un documental, presentación de dos libros, inauguración de una exposición, pósters, visitas guiadas por la ciudad, excursión a escenarios de la guerra civil en Euskadi y mucho más en el campus universitario gasteiztarra (Facultad de Letras, Archivo Municipal y Pabellón Universitario).


Gasteiz at war será un foro internacional inédito en el que debatirán especialistas de universidades y centros de investigación de EEUU, Brasil, Argentina. Uruguay, Reino Unido y España. Aquí se darán cita los arqueólogos y arqueólogas que llevan más años trabajando con los patrimonios del conflicto en el conjunto del Estado. Este I Congreso Internacional de Arqueología de la Guerra Civil Española se plantea con la intención clara de habilitar espacios de diálogo y colaboración entre los distintos agentes implicados en la gestión de este patrimonio traumático en el contexto de Euskadi y del Estado español: asociaciones de recuperación de la memoria histórica, asociaciones de familiares de víctimas del franquismo, asociaciones culturales y de recreación histórica y científicos e investigadores universitarios. En este sentido, intentamos hacer partícipe a la sociedad civil del propio proceso de construcción del conocimiento, partiendo de una Arqueología abierta y democrática, orientada a la educación para la paz. Esta actividad se integra en la oferta del Kultur campus organizado desde el Vicerrectorado del campus de Araba (UPV/EHU).


Gasteiz at War se llevará  a cabo en el solar del antiguo cuartel de Flandes, en donde Camilo Alonso Vega se rebeló en julio de 1936 para acabar con el orden legal constituido así como con la vida de muchos conciudadanos inocentes. Setenta y ocho años después, este escenario alberga el I Congreso Internacional de Arqueología de la Guerra Civil Española que se hace en el mundo. Una manera como otra cualquiera de normalizar nuestra relación con ese espacio y ese tiempo que siguen marcando el presente y el futuro de nuestra sociedad.


Aquí os esperamos. Recuerda, la matrícula está abierta hasta el 30 de noviembre. Inscripción en

www.gasteizatwar.jimdo.com


lunes, 10 de noviembre de 2014

Estratigrafías, Memorias y Contramemorias (II)


Aquí podéis ver el monumento conmemorativo que se halla a la entrada de la hermosa estación de ferrocarril de Plsen. La actual República Checa reconoce como padres de la patria a los presidentes Masaryk (1918-1937) y Edvard Beneš (1935-1938, 1940-1948) quienes en puridad lo fueron de Checoslovaquia, un Estado que ya no existe. A día de hoy se palpa una cierta tensión entre checos y eslovacos, ya que éstos últimos consideran que los primeros monopolizan el recuerdo de aquel nuevo país surgido de la Iª Guerra Mundial. Sea como fuere, lo que sí es cierto es que en esta ciudad no queda ni rastro de la memoria de la minoría alemana, de aquellos hombres, mujeres y niños que salieron a las calles a vitorear a las tropas de Hitler a raíz de la anexión de los Sudetes. En este territorio casi el 20 % de la población se afilió al NSDAP, el promedio más alto en todo el III Reich.

Bandera nazi que presidía el salón noble del ayuntamiento de Pilsen, capturada como trofeo de guerra por un soldado aliado, quien la cedió al Museo Patton.
El grado de fanatismo de los cargos políticos y de parte de la población nazi pudo verse en los estertores de la IIª Guerra Mundial, con alcaldes y adolescentes plantando cara al ejército norteamericano en abril de 1945. La derrota conllevó la deportación. Nuestros colegas checos llevan años estudiando las ruinas de las aldeas y granjas abandonadas por los alemanes.

Otra minoría que fue protagonista en esos años de violencia sistemática fueron los judíos. De hecho, en Plsen se conserva la sinagoga más grande (junto con la de Budapest) de toda Centroeuropa. Los nazis la preservaron con el objeto de crear un museo in situ sobre la maldad congénita del pueblo hebreo. Vecinos y vecinas judíos de Plsen fueron apresados, enviados a Terezín y de aquí a los mataderos polacos. Frantisek Bass (1930-1944) fue uno de los niños del guetto de Terezín que nos dejó poemas inolvidables, como aquel que dedicó a la Casa Abandonada:

The old house is deserted here,
the old house stands in silence, asleep.
The old house used to be so nice, before,
standing there, it was so nice.
Now it is deserted,
rotting in silence,
what a waste of houses,
a waste of hours.
Lástima de casas. Lástima de tiempos. En edificios que parecen arruinados, alguna placa aislada recuerda a un vecino judío que pereció en el exterminio.
Del mismo modo, nos encontramos con otras que preservan del olvido actos heroicos de los luchadores contra el fascismo. Esa resistencia checa del interior que complementaba la acción de las Legiones Checoslovacas integradas en el Ejército británico. Evidentemente, esta memoria antifascista no supuso un peligro para el régimen comunista instaurado mediante un golpe de Estado en 1948.

Interfaces de la memoria colectiva que permanecen como grietas eternas en el paisaje urbano. Unidades estratigráficas, actividades constructivas que van definiendo un palimpsesto complejo de idas y venidas, de memorias y contramemorias. En 1938, tras el Pacto de Munich, los alemanes de los Sudetes sintieron la llegada del ejército hitleriano como una liberación. A su vez, en abril-mayo de 1945 la población checa de Plsen experimentó su propia liberación: la protagonizada por el Ejército estadounidense de Patton. La relación estrecha con los USA desde la independencia de Checoslovaquia alcanzó aquí su cénit. Las tropas yankis se mantuvieron hasta noviembre de 1945 hasta que Stalin exigió que se cumpliesen los acuerdos previos sobre la ocupación de territorios en Centroeuropa.

Entre 1945 y 1948 diferentes poblaciones de Bohemia erigieron monumentos en honor a los liberadores norteamericanos que habían tenido que enfrentarse a las divisiones alemanes y a la resistencia civil hasta el final. El golpe de Estado comunista y la instauración de un régimen estalinista en 1948 dieron lugar a una nueva construcción de la memoria. Del mismo modo que los checos nacionalistas en 1918, que los alemanes de los Sudetes en 1938 o los patriotas checos en 1945, en 1948 una gran parte de la clase trabajadora vio la llegada del comunismo como su hora, como su liberación. Los obreros de la fábrica Skoda, de las destilerías de cerveza, los trabajadores del ferrocarril... La estación de Pilsen, con su aire imperial decimonónico, albergó a partir de 1948 nuevas escenografías. En el hall principal, dos grandes estatuas dignifican y honran al trabajador del ferrocarril. La arquitectura de prestigio ya no era cosa de Sisís y Fernandos, de aristócratas y burgueses.


Estatua en homenaje al trabajador del ferrocarril, estación de Pilsen.

Aunque los soldados soviéticos no habian pisado Plsen ni se habían enfrentado aquí a los alemanes, la historiografía oficial sancionó la idea del Ejército Rojo como liberador. En Budapest o Bratislava los soldados soviéticos sí habían regado la tierra con su sangre, pero aquí no. Daba igual.


Los monumentos al imperialismo estadounidense fueron sistemáticamente destruidos por orden gubernamental a partir de 1948. Aconsejo gratamente leer La Broma de Milan Kundera para comprender el proceder del estado comunista checoslovaco en los primeros años del régimen. Historiadores a sueldo reescribieron el relato de la liberación: hicieron hincapié en los devastadores bombardeos aéreos yankis, en el papel jugado por los comunistas y obreros de Skoda y dibujaron a los soldados norteamericanos como invasores sanguinarios, como hordas artífices de los peores crímenes. Como las hordas marxistas de las que hablaba el franquismo. Aquí tenéis la portada de dos libelos estalinistas en los que se llega a tunear la bandera estadunidense: las estrellas de los estados de la Unión convertidos en esvásticas. Contramemorias de la Guerra Fría.